Jesús le dijo a Santa Faustina: “En ese día (el segundo domingo de Pascua) todo el que se acerque a la fuente de la vida (los sacramentos de la penitencia y la Eucaristía), conseguirá la remisión total de las culpas y de las penas” (es decir: la indulgencia plenaria). “Deseo conceder el perdón total a las almas que se acerquen a la confesión y reciban la santa comunión el día de la fiesta de mi misericordia”. Además de esta gracia extraordinaria el Señor promete: “Derramaré todo un mar de gracias sobre las almas que se acerquen al manantial de mi misericordia. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a mí, aunque sus pecados sean como escarlata serán perdonados”.

El 1 de septiembre de 1994 la Sagrada Congregación para el Culto Divino decreta la institución de la Misa Votiva de la Divina Misericordia para la Iglesia universal. El 30 de abril del Año Jubilar de la Encarnación del Verbo, en la plaza de San Pedro del Vaticano, Juan Pablo II canonizó a Santa Faustina Kowalska y en esa misma fecha decretó, para toda la Iglesia universal, que el segundo domingo de Pascua se llame “Domingo de la Misericordia”. El mismo Juan Pablo II concedió indulgencia plenaria a cuantos en ese día comulguen en gracia de Dios y oren por las intenciones del Papa. E indulgencia parcial a cuantos en ese día invoquen en cualquier lugar a la Divina Misericordia con limpio corazón.

Antecedentes

Una devoción especial se comenzó a esparcir por el mundo entero a partir del diario de una joven monja polaca en 1930. El mensaje no es nada nuevo, pero nos recuerda lo que la Iglesia siempre ha enseñado por medio de las Sagradas Escrituras y la tradición: que Dios es misericordioso y que perdona y que nosotros también debemos ser misericordiosos y debemos perdonar. Pero en la devoción a la Divina Misericordia este mensaje toma un enfoque poderoso que llama a las personas a un entendimiento más profundo sobre el Amor ilimitado de Dios y la disponibilidad de este Amor a todos – especialmente a los más pecadores. El mensaje y la devoción a Jesús como la Divina Misericordia está basada en los escritos de la Santa María Faustina Kowalska, una monja polaca sin educación básica que, en obediencia a su director espiritual, escribió un diario de alrededor de 600 páginas que relatan las revelaciones que ella recibió sobre la Misericordia de Dios. Aún antes de su muerte en 1938 se comenzó a esparcir la devoción a la Divina Misericordia.

El mensaje de Misericordia es que Dios nos Ama – a todos- no importa cuán grande sean nuestras faltas. Él quiere que reconozcamos que Su Misericordia es más grande que nuestros pecados, para que nos acerquemos a Él con confianza, para que recibamos su Misericordia y la dejemos derramar sobre otros. De tal manera de que todos participemos de Su Gozo. Es un mensaje que podemos recordar tan fácilmente como un ABC.

A — Pide su Misericordia. Dios quiere que nos acerquemos a Él por medio de la oración constante, arrepentidos de nuestros pecados y pidiéndole que derrame Su Misericordia sobre nosotros y sobre el mundo entero

B — Sé misericordioso – Dios quiere que recibamos Su Misericordia y que por medio de nosotros se derrame sobre los demás

C — Confía completamente en Jesús – Dios nos deja saber que las gracias de su Misericordia dependen de nuestra confianza. Mientras más confiemos en Jesús, más recibiremos.

Fuentes: Catholic.net y abc color.