Dionisio, el primer obispo de París, sufrió el martirio hacia el siglo II. Su cuerpo fue sepultado al norte de la ciudad. Hacia el año 495, santa Genoveva hizo construir una basílica sobre su tumba. La “Pasión de San Dionisio”, según san Gregorio de Tours, le atribuye a dos compañeros: Eleuterio y Rústico.