Conocer más profundamente la persona de Jesucristo a través de las Sagradas Escrituras, la vivencia fervorosa de los Sacramentos (particularmente los de Iniciación Cristiana) y la práctica activa de la caridad (el amor hecho acción), especialmente con los hermanos más necesitados –material y espiritualmente- y reconocerlo dignamente como Amigo, Compañero y Salvador nuestro, presente realmente en el gran Misterio de la Eucaristía, para celebrarlo, adorarlo y vivirlo renovando nuestro compromiso de anunciarlo y testimoniarlo, en el hoy de nuestra vida, de manera personal y comunitaria, eclesial y nacional, para ser y hacer discípulos creyentes y apóstoles creíbles de la “Buena Noticia”, que se nos confía a través de su Iglesia.