Ante miles de fieles Monseñor Edmundo Valenzuela, Arzobispo Metropolitano compartió la siguiente homilía, en un día histórico para las familias del Paraguay.

Queridos hijos e hijas:

¡Hoy es un día de fiesta! ¡Día de la resurrección del Señor Jesús, día de la divina misericordia! Día en que celebramos el 60º.aniversario de la primera mujer beata, la Chiquitunga! Vinimos para rezar por todas las familias, caminando a la Casa de Dios Padre y a la Casa de Nuestra Madre la Virgen María, por quien nos acercamos al Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para vivir en relación de Amor mediante la fuerza del Espíritu Santo.

Escuchamos en la proclamación del Evangelio cómo Jesús Resucitado saluda con la paz a sus Apóstoles, éstos llenos de alegría. El primer enviado por el Padre, Jesucristo, ahora los envía llenándoles del Espíritu Santo para el perdón de los pecados, en donde sacramentalmente se experimenta la misericordia divina. Como al inicio de la creación del mundo “el Espíritu aleteaba sobre la superficie de las aguas” (Gn.1,2), con la resurrección de Jesucristo, se realiza la nueva creación, la infusión del Espíritu Santo comunicando misericordia y salvación. Ahí nace la Iglesia, con la misión que se les confía. Es la misma misión del Padre, que Jesucristo en su pasión, muerte y resurrección realizó lo inesperado, la misericordia que perdona y salva. ¡Cómo actúa potentemente la misericordia del Padre, hoy en la Iglesia, al no excluir a nadie y llamar a todos a una vida nueva! ¡No más el pecado, no más el mal que es violencia, odio, indiferencia e injusticia! Sí, ahora reina la vida de gracia. El mandamiento del amor a Dios y al prójimo constituye el pilar de la Iglesia y su misión evangelizadora. Los Apóstoles nos lo transmitieron a través de los siglos y la Iglesia católica seguirá transmitiendo a todos el amor misericordioso y la salvación para quienes aceptan en la fe ese mensaje evangélico.

La Iglesia es pues, la Casa de Dios, la Familia de Dios, donde somos hermanos y hermanas, donde se experimenta la paternidad y maternidad en el servicio de amor dentro de la familia, con los varios modos de vivir el amor conyugal, filial, fraternal, parental, vecinal, universal. Todos son incluidos en el amor y cada uno con el don del Espíritu Santo es portador de ese amor a Dios y al prójimo con la máxima tarea de transmitir ese don.

¡Qué significativo pensar en la Sagrada Familia que nos acoge en su Casa en este Día Nacional de la Familia!

Papá, mamá, hijos, abuelos, tíos, sobrinos, jóvenes. Esta es la riqueza de nuestro país, es la fuerza viva, que mueve nuestro amado Paraguay: LA FAMILIA.

¡Demos gracias a Dios por nuestra familia con un gran aplauso!

Entonces, estemos contentos porque nuestra familia es preciosa y hoy nos acoge en su Casa, que es casa de oración, que es casa hospitalidad. Una casa donde podemos decir “Gracias”, “Permiso”, “Perdón” porque es casa de misericordia.

EN EL DÍA DE LA MISERICORDIA   

Hoy, segundo domingo de Pascua, revivimos la resurrección de Nuestro Señor Jesús, que nos muestra la manera de amar. Él muere para que nosotros vivamos y a eso le llamamos sacrificio porque, si el grano de trigo cae en la tierra y muere, de allí nace una plantita y crece y da muchos frutos. ¿Y cómo es esto de morir para vivir?

El esposo muere a su egoísmo para que su esposa sea feliz, la esposa muere a su egoísmo para que su esposo sea feliz. Los padres mueren a su egoísmo para que sus hijos sean felices y los hermanos mueren a su egoísmo para compartir y ser felices.

¿Pero qué es realmente Amar? ¡Es practicar la Misericordia! El disfrute en la donación mutua y la gratuidad, sin esperar a cambio una recompensa. Damos y recibimos amor porque Dios nos ha amado primero. Nos” primerea”, como dice el Papa.

Recordemos lo que nos decía el Papa Emérito Benedicto XVI:

*La Misericordia remite a las entrañas maternas del Señor, más misericordiosas aún que las de una madre.

* La Misericordia expresa la naturaleza del todo peculiar de Dios: su santidad, el poder de la verdad y del amor.

*Es la Misericordia la que pone un límite al mal.

*La Misericordia es el vestido de luz que el Señor nos ha dado en el bautismo. No debemos dejar que esta luz se apague; al contrario, debe aumentar en nosotros cada día para llevar al mundo la buena nueva de Dios.

*La misericordia es el núcleo central del mensaje evangélico, es el nombre mismo de Dios.

*En las llagas gloriosas de Cristo reconocemos los signos indelebles de la misericordia infinita de Dios.

*El evangelio del amor y de la vida es también siempre evangelio de la Misericordia.

*Dios es Uno en cuanto que es todo y sólo Amor, pero precisamente por ser Amor es apertura, acogida, diálogo; y en su relación con nosotros, hombres pecadores, es misericordia, compasión, gracia, perdón.

¡Dios es Misericordia! Deus Cáritas Est.

AMAR A DIOS Y AL PRÓJIMO

Cristo nos enseña que para ser felices y tener vida debemos amar a Dios y Amar al prójimo, hacer a los demás lo que me gustaría que hicieran conmigo. Es la primera regla para vivir en casa, en familia.

Aquí podemos recordar a las familias que necesitan mucho amor de parte de la sociedad y viven empobrecidas, marginadas, rotas, desunidas, destruidas, por la pobreza, la falta de educación, salud, trabajo… ¡por falta de amor! ¡Viven sin recibir ni dar amor! Esa es la tarea de los cristianos, evangelizar con la solidaridad y la justicia, frutos del amor, acompañar, consolar, orientar y buscar soluciones definitivas a sus vidas.

En este espacio, ciertamente no podemos tratar todos los problemas sociales que afectan a las familias en nuestro país. Centrémonos en misión fundamental.

¿Cómo amamos a Dios en familia?: Rezando juntos, escuchando su Palabra, acogiéndola sin defendernos de ella, participando con la familia en la comunidad parroquial, estando unidos a nuestros guías pastorales.

¿Cómo amamos al próximo? ¡En la verdad! Sí, cuidado con esto, porque el Amor verdadero tiene esa exigencia de verdad.

Esposa: No puedo decir, “ay, como amo a mi esposo” y luego mentirle, hablar mal de él a los hijos. Marido: no puedo decir “ay, cómo amo a mi esposa” y luego serle infiel con la secretaria, y dejarla sola con las tareas de la casa, con los problemas de los hijos, sin los gestos de cariño, fríos o, peor aún, groseros y antipáticos. Porque ganó mi club me voy con mis amigos y ella allí que se arregle. Hijos: No puedo decir “ay, cómo amo a mis padres” y luego ser desobedientes con ellos, caprichosos, manipuladores.

NECESIDAD DEL DISCERNIMIENTO

Hermanos: Se habla mucho de la crisis de la familia. Pues la primera crisis es el olvido y la indiferencia hacia la fuente del amor. ¿Cómo vamos a beber en la familia del agua del Amor, si no acudimos más a la fuente que es Cristo en su Iglesia? Con cualquier excusa, a veces válidas, sabemos, pero nos alejamos de la casa del Padre. “Padre, dame mi herencia y me voy de la Casa” a buscar en el mundo una distracción. Es el verdadero drama. La distracción y la falta de distinción, la falta de discernimiento.

No todo da igual, no todo es lo mismo. Como dicen ciertas ideologías hoy. Tachando como mala toda distinción. ¡Es al revés! Para amar de verdad hay que saber distinguir lo bueno de lo malo. Y quedarnos con lo bueno. Me dicen hoy todo es familia, pero entonces, nada es familia. Y es el drama de Occidente, de Europa, de tantos hermanos que ya no distinguen y se pierden, se confunden, se alejan de la casa de Padre. Así crece la Cultura de la Muerte, un sistema que al bien le llama mal y al mal le llama bien. La Cultura de la Muerte le llama derecho al aborto, que es un asesinato, algo horroroso y quieren imponernos a toda costa. La Cultura de la Muerte le llama matrimonio a lo que no es matrimonio. La Cultura de la Muerte manipula a los niños con una enseñanza falsa sobre la sexualidad, con la ideología de género que desprecia la naturaleza, que desprecia la biología y que desprecia el plan de Dios. Trata de construir solo desde la cultura una nueva forma de vivir esta relación y distorsiona completamente el amor. Y nos están atacando con estas ideas erradas. A veces los medios de comunicación se convierten en medios de propaganda. Estemos atentos y resistamos porque esto no es bueno. Al final, donde se impone la ideología de género la familia queda destrozada, atada de pies y manos. Es una trampa en la que no debemos caer. Porque, como dice el Papa Francisco, es un intento de colonización ideológica.

Les decimos hoy a nuestras autoridades y a los financistas internacionales de la ideología de género: acá en Paraguay queremos familia con papá y mamá, con hijos, con abuelos. Que se promueva la familia desde el Estado, desde la sociedad porque la familia es un bien social, económico y cultural. No por eso nosotros dejamos de tolerar y de respetar a quienes quieran vivir desde su libertad de otra manera. Sólo que no se auto excluyan de vivir el bien y la verdad. Pero, nosotros enseñemos la belleza, la verdad y el bien sobre la familia. ¡Ella es nada menos que el reflejo de la Santísima Trinidad!

Queremos que se prohíba lo que es dañino para la familia: la pornografía, la pedofilia, el aborto, la eutanasia. No es lo mismo tolerar que aceptar todo. No es lo mismo promover la familia que promover la ideología de género. Esta distinción es muy importante. Porque la Misericordia se vive en la Verdad que nos hace libres para promover lo bueno, tolerar algunas cosas en busca de un bien mayor y prohibir enérgicamente lo malo.

 “AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS COMO YO OS HE AMADO”

Queridos jóvenes: me dirijo especialmente a ustedes, que son fuertes y son la realidad y promesa de las familias, de la sociedad y de la Iglesia.

Ustedes saben que el Amor de Dios es total, que nos ama a todos por igual, pero a la vez a cada uno lo ama de forma particular y distinta. Hay jóvenes con el don de vivir en castidad su noviazgo o en la vida consagrada; otros para vivir en armonía con sus padres en familia; hay quienes saben emprender, trabajar, aportar al bien común y quienes se acercan a la Iglesia en comunidad.

Repetía san Pablo, el Amor es fiel, es benigno, es generoso, perdona y redime. El amor es eterno, no muere.

Pero ese Amor no es una utopía, una idea delirante que surge de la emotividad juvenil. Es objetivamente una libre adhesión al bien, al hermanito que vino por sorpresa, al amigo que está en las drogas y les hace sufrir, al papá o al pa’í con sus defectos y límites.

El que ama cumple los mandamientos de Dios.  Hoy la moda es hacerles creer a ustedes jóvenes que ya no existen esos mandamientos, que todo es según su sentir o percepción, que Dios es del pasado, que nadie les puede decir qué hacer y al final sí que les dicen qué hacer, desde los medios de comunicación, desde las redes sociales, desde las barras, desde ciertas ONGs, desde el Poder político. Manipulan el lenguaje, “empoderamiento” “no distinción” “patriarcado” “interrupción del embarazo” “matrimonio igualitario” … ¡Cuidado jóvenes! Claro que hay gente que les dice qué hacer a ustedes jóvenes. Y no siempre es bueno.

Abramos los ojos, jóvenes y padres, no podemos estar ausentes ante los peligros que rodean a nuestros hijos y muchas veces en el mismo colegio, quizás con el nombre de católico, quizás en la Universidad; cuidado con la confusión.

NUESTRA MISIÓN

Pero sobre todo nuestra Misión hoy es fortalecer la familia y sus valores más genuinos. Desde el matrimonio donde se concibe la vida humana. Desde la persona que es mucho más que esa linda mascota que tengo, mucho, mucho más porque está dotado de conciencia, inteligencia y voluntad, es semejante a Dios, único e irrepetible.  ¡Por eso no se puede atentar contra la vida nunca, nunca! ¡Ni con el aborto, ni con la droga, ni con la violencia!

Queridos jóvenes y padres de familia: Hoy tenemos una Misión enorme, preciosa. Tanta gente que vive terribles consecuencias de la cultura de la muerte y del descarte como la ansiedad, la soledad, la inseguridad, la tristeza, la frustración, el desamparo, el suicidio, la violencia.

Toda vida vale. Por eso le decimos ¡Sí a la vida! Como nos enseñaron las abuelas paraguayas. Las mujeres más gloriosas. Que supieron construir después de vivir la destrucción de las guerras, de las ideologías del odio.

¡Ánimo! María nos entrega hoy un arma para combatir contra el mal, el santo rosario. Recemos el rosario en familia. Y allí está el Sagrario. Y tenemos la Escritura. Tenemos los sacramentos. Y tenemos a los pobres que son el rostro de Dios para besar, para amar, para acoger y sostener.

Revistámonos de las armas del cristiano y luchar por el bien, la verdad y la belleza. Superaremos la corrupción que nos aqueja. Pero sobre todo comenzando en casa, en el hogar.

Vamos a esta lucha para defender nuestra familia, para potenciar nuestra familia, para reconstruir nuestra Nación con Dios como guía y donde hay cabida para todos, ¡sin exclusión!

No tengamos miedo. No estamos solos. Somos un pueblo muy amado de Dios y de nuestra Madre María.

Que las familias con sus niños y jóvenes anuncien hoy este kerigma sin parar, con sus palabras y con su vida, hagamos lío, vamos a gritar si es necesario: ¡Dios te ama, así como estás hoy, ama tu vida y ama tu familia!

Por eso, Ánimo. Cristo ha Resucitado. Verdaderamente ha resucitado y nos llama a la gran Misión en familia.

¡Viva la familia! ¡Viva la Vida! ¡Paraguay es provida! Paraguay es Profamilia! ¡Viva Cristo Resucitado!

+ Edmundo Valenzuela, sdb
Arzobispo de la Santísima Asunción

Domingo, 28 de abril de 2019 – Costanera de Asunción