ENTREVISTA AL PADRE JUAN ALEJO ROBADÍN RUIZ DÍAZ, ENVIADO POR LA SANTA SEDE

El Año Santo Jubilar de la Misericordia es un año en que las posibilidades de acercarnos a Dios Padre y reconciliarnos con Él, se van haciendo más accesibles para todos. En febrero pasado, 700 sacerdotes de todo el mundo fueron enviados por el Papa Francisco como “Misioneros de la Misericordia”, entre ellos el Pbro. Juan Alejo Robadín, quien comparte con nosotros algunas reflexiones acerca de su nueva misión.

¿Qué significa ser Misionero de la Misericordia?
Es hacer que todos experimenten la misericordia de Dios. Mucha gente lleva muy adentro, en su corazón, pecados enterrados que nunca han confesado y eso les molesta en lo más íntimo de su ser, hace que no puedan estar bien, que no se sientan felices. Y la misericordia de Dios nos hace sentir perdonados, amados por nuestro “Papá”, que no quiere vernos tristes. La misericordia de Dios puede curarnos de todas nuestras heridas y todas nuestras dolencias, es un regalo de Dios.

¿Qué pecados reservados a la Santa Sede tiene Ud. la potestad de perdonar?
Son 4 pecados graves, que estamos autorizados a dar la absolución, en el sacramento de la confesión, durante este año santo. Uno es la profanación de las especies eucarísticas (hostias y vino consagrado), la agresión física contra el Papa, la absolución de un cómplice en un pecado contra el sexto mandamiento (fornicación, la pornografía, las prácticas homosexuales y el adulterio); y la violación del sigilo sacramental, es decir cuando un sacerdote cuenta lo que ha oído en confesión.
A esto habría que aclarar que meses atrás la Santa Sede extendió a todos los sacerdotes, sin distinción, la potestad de perdonar el pecado de aborto, durante el presente Año Santo de la Misericordia.

En la Biblia encontramos cantidad de libros, del Antiguo y Nuevo Testamento, y a veces se nos presenta a un Dios castigador, enojado y no precisamente misericordioso ¿Cómo entendemos esto?
La Biblia es el desvelamiento del rostro de Dios a lo largo de muchísimo tiempo. Es por ello que a través de diversos pueblos, civilizaciones, más adelante a través de los profetas, Dios va siendo presentado y revelado de maneras que además deben saber ser interpretadas. Sin embargo, la revelación máxima de Dios está en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.

¿Por qué llamamos Evangelio de la Misericordia al del “Hijo Pródigo”?
En el evangelio del llamado “Hijo Pródigo” vemos la acción benevolente del Padre que representa al mismo Dios; a ese Dios que no te reprocha, que no te condena, al contrario, se siente feliz de que hayas vuelto a casa, de que hayas vuelto a Él. Pura misericordia del Padre para con sus hijos. Porque luego aparece el hijo mayor que se enoja al punto de la indignación con su Padre, porque este decide dar otra oportunidad a su hijo; y el Padre le alienta al hijo mayor para que entre también a la “fiesta”. Es lo que nos pasa a muchos de nosotros que no queremos entrar a la fiesta del amor, de la misericordia, del perdón. Tenemos que recibir aquello que viene de Dios para poder darlo a los demás. ¿Y qué es eso? Es amor, perdón, misericordia.
Yendo un poco más allá, aplicando a nuestro mundo actual, ¿Por qué hay tantas familias y hogares destruidos? Porque faltan el perdón y la misericordia ¿Acaso nuestro mundo no está lleno de eso: de odios, de rencor, de envidias? Y el pecado que menos percibimos es el pecado de la indiferencia hacia los demás. El Papa dijo el año pasado: ‘Deseo tanto que nosotros-la Iglesia- seamos al menos una isla de misericordia, en medio del inmenso mar de la indiferencia’, expresó.

El “sacramento de la alegría” es el sacramento de la reconciliación
Es hermoso experimentar la misericordia de Dios, pero para el P. Juan Alejo Robadín es más hermoso aún hacer experimentar al otro, al que sufre y está desconsolado por la culpa, la infinita misericordia del amor de Dios.
Aconseja a los padres que sepan transmitir a sus hijos el verdadero rostro de Dios. Para esto es necesario abandonar viejas costumbres o dichos populares como: “portáte bien mi hijo/a, sino Dios te va a castigar”. “Dios no actúa de esa manera, porque Él solo nos ama. No desfiguremos el rostro de Dios”, aconseja con tono paternal el Padre Robadín.

Experiencia Personal del Padre Robadín
El 1 de diciembre de 2015 llegó la primera carta de la Santa Sede y el Padre Robadín tuvo conocimiento de la nueva misión a través del P. Osmar López, de la Diócesis de Carapeguá, en la cual sirven actualmente. “Al principio me sorprendió tanto que yo no creí”, dijo emocionado Robadín. Luego otras misivas fueron llegando sucesivamente y fueron sus familiares y amigos quienes le alentaron para que asumiera el importante desafío.
Fue así que realizó toda la documentación correspondiente, alistó maletas y el lunes 8 de febrero Robadín, tras más de 40 años de servicio sacerdotal, visitó por primera vez el Vaticano. Allí participó junto al Papa Francisco y unos 700 presbíteros, de una reunión, en la Sala Regia del Palacio Apostólico del Vaticano. “Lo que más recuerdo del Papa es esa sonrisa con que nos recibía, que transmitía paz, y que nos pedía trabajar con alegría por el Reino”, rememora a su vez, con nostalgia y alegría el sacerdote.

También recordó el trato cálido que recibió de parte de sacerdotes paraguayos que lo acogieron y acompañaron durante su estadía. Recordó a Óscar Hermosilla, Gustavo Benítez, a Olmedo de Caacupé, Diosnel Cuenca, al P. Reyes, a Saldívar de Encarnación y hacia todos ellos expresó su gratitud.
El miércoles de ceniza, recibieron el envío como “Misioneros de la Misericordia” de manos del Papa Francisco, al término de la celebración litúrgica, en la Basílica de San Pedro. “Ahí viví momentos impresionantes que jamás imaginé pasar en mi vida”, expresó con lágrimas de emoción.

De regreso: intenso trabajo en Paraguay
Con tamaña bendición y responsabilidad recibidas, el Padre Robadín, lleva la misión donde quiera que vaya y que lo llamen en Paraguay. Desde diferentes diócesis lo convocan, para dar charlas sobre la misericordia y principalmente para dispensar el sacramento de la confesión.
Someramente recuerda haber compartido con los sacerdotes del Seminario Nacional, luego en Tuparendá, también en Ybicuí, Dpto. de Paraguarí; en otro momento con los sacerdotes de la Arquidiócesis, de la Diócesis de San Lorenzo y los Obispos Castrenses; así como con los sacerdotes de Coronel Oviedo; Ñemby, entre otros encuentros. Como todo misionero del Señor, él va a donde el Señor lo llama.
Más adelante compartió charlas en el retiro para sacerdotes diocesanos de la Arquidiócesis, llevado a cabo en Emaús -donde tuvo lugar esta entrevista-, luego le tocó estar también en la casa de retiros Marianela, Atyrá, con sacerdotes de Encarnación, Misiones y Carapeguá. Sobre estas experiencias Robadín se muestra alegre y predispuesto. “Hay buen ambiente, la gente quiere confesarse y encontrar la paz”.

Para reflexionar:
“Nunca te vas a arrepentir de ser misericordioso” nos desafía el P. Robadín. Esta exhortación está dirigida a todos, sin distinción alguna. En todo caso, será cuestión de hacer la prueba por sí mismo. Pero eso sí, si decido ser misericordioso con mi hermano/a que me ofendió, hirió, me hizo tanto daño, no debo hacerlo a medias, sino dando el 100% de mí y pidiendo ayuda a Dios –misericordia pura- porque solo con sus fuerzas puedo lograrlo y salir victorioso”, sostiene.
“Algunas personas me preguntan después de una larga confesión ¿cuál es mi penitencia? Y yo simplemente les digo: “Procurána reírte un poco más”, y en ese momento, la persona se ríe, se sonríe y Dios actúa en él o ella, es la infinita misericordia de Dios obrando siempre en quien le permite”.

 

Fuente: http://www.semanarioencuentro.com/