Mensaje de Mons. Ignacio Gogorza Izaguirre, Obispo Emérito de Encarnación, en la Catedral Metropolitana de Asunción.
15 de mayo de 2019
Queridos Hermanos
“Porque El librará al necesitado cuando clame, también al afligido que ya no tiene quien le auxilie. Tendrá compasión del pobre y del necesitado, y la vida de los necesitados salvará. Rescatara su vida de la opresión y de la violencia, y su sangre será preciosa ante sus ojos” (Salmo 72, 12 – 14).El salmo 72 es un oráculo divino utilizado para pedir la bendición para un gobierno pacífico y justo.
En ausencia del Arzobispo de Asunción, Monseñor Edmundo Valenzuela, que ha viajado a Roma para preparar el sínodo de la Amazonia, y también, el Presidente de la CEP Monseñor Adalberto Martínez, que está participando de la asamblea directiva del CELAM, se me ha confiado presidir esta celebración litúrgica.
En esta feliz ocasión, agradecemos a Dios por la Patria, en sus 208 Aniversarios. ¡Cuántos beneficios, favores y gracias hemos recibido de parte de Dios, siempre misericordioso en nuestra historia! Tomamos conciencia de las generaciones pasadas, de sus sueños y realizaciones. Hoy somos agradecidos y continuamos aquellos anhelos de un Paraguay mejor, mejores familias, mejores gobernantes, mejores niños y jóvenes, mejor convivencia social, política, cultura, religiosa, en la justicia y en la paz. Ese es el motivo que nos trae hoy a rezar, a alabar a Dios en esta solemne ceremonia de acción de gracias.
El servicio de la iglesia a la sociedad
Desde la Constitución Nacional existe una alianza histórica y progresiva entre el Estado y la Iglesia, cultivando la praxis de comunicar y de trabajar conjuntamente por el bien común, por la dignidad de las personas y las familias. El principio Constitucional y Eclesial nos orienta a la colaboración, en educación, en la defensa de la vida y la familia, en el acompañamiento a familias indígenas, a los recluidos y enfermos, en la promoción de los valores humanos – culturales, El salmo 72 que hemos escuchado inspira a la Iglesia su labor pastoral, sacramental, la comunión fraterna, y a toda la sociedad. Esta es la cooperación de la Iglesia a la luz de la Palabra de Dios, la administración de los sacramentos, la comunidad fraterna y las sabias orientaciones sociales procedentes del Evangelio. Es decir, todo un proyecto de vida nacional para obtener, con el esfuerzo y la dedicación de todos, un país de hermanos, en donde todos vivamos felices, seguros y orgullosos de ser ciudadanos paraguayos.
En este sentido, el Papa Francisco había subrayado la necesidad de que los cristianos no queden indiferentes de la cosa pública y mucho menos replegados en los templos.
Estado e iglesia tienen una tarea conjunta para que la democracia supere la crisis de la corrupción y la desconfianza existentes, pues donde no hay aprecio por la verdad y justicia ni por las comunidades, las personas se aíslan y se potencian los peligros de una cultura líquida. Todo eso puede llevar a la posibilidad de una paradoja: la regresión a regímenes autoritarios pero no por la vía democrática.
El aporte de la Iglesia a la política busca la verdad y la justicia para todos construyendo el bien para todos y en especial para los que más sufren. Este objetivo es misión de todo buen político y vocación del testimonio cristiano. Como expresó últimamente el Papa Francisco: “para ser buen político no se necesita ser buen cristiano, pero el cristiano metido en actividad política tiene obligación de confesar su fe.
Un pacto para la vida y la familia
El domingo 28 de abril hemos celebrado el día nacional de la Familia, en todas las diócesis del país, con una caminata, la celebración eucarística y un mensaje. En aquella circunstancia se proclamó los aportes de la familia, como base de la sociedad y se ha solicitado el aporte del Estado y la sociedad a la familia; cosa que está consagrada en la Constitución Nacional
La cooperación que hace iglesia al estado paraguayo es enorme, a la vez religiosa y cultural. Sufrimientos y frustraciones, necesidades y urgencias son asumidas por la espiritualidad, la actividad educativa y misionera, principalmente de sus grupos juveniles y familia. La opción preferencial durante el Trienio de la Juventud, a quienes aceptan la vida cristiana, se les escucha con calidez y prudencia, se las acompaña y así se les abre un horizonte de buenos cristianos y honrados ciudadanos. De esta manera, increíble fuerza espiritual les contiene y les ayuda a superar dificultades alcanzando nuevas metas de vida plena, en cada hogar familiar, en cada parroquia o barrio y en todo el país.
En esta tarea consideramos que los Estados tengan como eje transversal en sus programas de desarrollo integral, en sus políticas públicas, la urgencia de reconocer y potenciar su aporte a la misma familia. ¡Qué bueno sería que la dignificación de la familias y de sus miembros sea humanizada.
Como ciudadanos, mas allá de cualquier adhesión partidaria, comprometemos nuestros votos a toda política que defiende la vida, promueva la familia y el matrimonio. Además nos proponemos a defender, promover y educar el cuidado de la vida, de la ecología integral y del mundo del trabajo digno.
Un signo de esperanza para los Bañadenses
Las continuas inundaciones que vienen afectando a las ciudades de Asunción y otras, visibilizan las situaciones de pobreza y exclusión en las que se vive. Ellas esperan de sus autoridades una solución que va mas allá de las mejoras estructurales; esperan ser ayudados para construir comunidades, donde su vivir sea una alegría con los servicios de salud, educación y capacitación para acceder al trabajo formal y la seguridad.
Como parte de la misión de la Iglesia, con la Pastoral Social, se facilito el acercamiento de las autoridades, tanto municipales como nacionales, a fin de animar la voluntad política, y realizar las obras que les beneficie, tales como nuevos barrios, integrados a la ciudad, como dignos ciudadanos e hijos de Dios.
Las mencionadas autoridades asumieron compromisos muy concretos. Queda pendiente un mecanismo interinstitucional de gestiones para construcción de albergues e infraestructuras que cobijen a las familias en condiciones dignas.
La crisis penitenciaria
Con nuestra pastoral penitenciaria constatamos la triste realidad infrahumana existente en nuestras cárceles. Es lamentable la situación en el sistema penitenciario, el establecimiento ha llegado a índices de niveles preocupantes; la provisión alimentaria, el uso de pasillos e intemperies, el cáncer de la droga y el alto porcentaje de personas no condenadas, hace de un lugar de reclusión, un espacio de exclusión, que no promueve la rehabilitación.
Es nuestro deber analizar y revertir esta problemática de la crisis del sistema, adoptando las medidas necesarias para que la prisión preventiva no genere arbitrariedades e injusticias. Como cristianos recordamos las palabras de Jesús: “estaba desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y vinisteis a verme” (Mateo 25, 36).
Situación política y económica
No es sostenible un Estado con baja calidad del gasto público y casi nula inversión en infraestructura y obras sociales y justas. Deseamos un Estado que propicie una función pública consciente, sin privilegios, y genere en cambio la equidad y responsabilidad social, más que favoritismo político en equidad al país.
Los problemas de abusos tráficos, delincuencias, la corrupción e inmoralidad han sido tratados por la Iglesia en el documento “Saneamiento moral de la Nación” (1979). La dignidad de las personas, en especial las que ocupan cargos públicos, requieren una atención urgente al clamor de nuestro pueblo.
Algunas prioridades solicitados son:
- Lucha implacable contra la corrupción, tomando medidas correspondientes con las personas, los lugares y situaciones descubiertas.
- Justicia independiente y un poder judicial que satisfaga su misión.
- Nuevo diseño y fortalecimiento de la educación en calidad y en infraestructura, con un presupuesto superior a lo que actualmente se destina. Tal es la condición para una Republica con los valores de la democracia participativa, el dialogo y el discernimiento critico, que elimine el fanatismo, el descartes, la competencia desleal y la violencia.
- Mejoramiento a la cobertura de la salud, financiando de modo particular la provisión a los lugares más remotos del país.
- Respuesta y soluciones definitivas a la reforma agraria en atención a la vida digna de los campesinos.
- Mayor inversión para el mantenimiento y aumento de la infraestructura vial en todos los distritos y en todo el país.
- El combate al contrabando y el consumo de los productos del país, incluido el empelo digno deben ser prioridad del Estado y de la sociedad.
- Las propuestas sobre las soberanías de las represas y la renegociación de Itaipu requieren una atención inclaudicable a los derechos del Paraguay.
- La reforma tributaria debe asegurar mejor la carga tributaria, su administración y su destino a favor del desarrollo país.
- El sistema de pensiones debe asegurar una mayor cobertura social y calidad de pensiones a largo plazo. Esperamos avances en ese sentido. También deben ser promovidas la seguridad pública y privada que dignifiquen el trabajo y el desarrollo de las personas y familias.
Conclusión
La historia de la que somos responsables la Iglesia y el Estado nos compromete a amar la belleza de nuestro pueblo paraguayo, sus valores y sacrificios, su lucha por el bien común, la dignificación de cada persona, como rezan el escudo y el himno Nacional Patrio: ¡Unión e igualdad! ¡Paz, justicia y libertad!
La Virgen de la Asunción nos acompaña con su intersección y Dios nos conceda mucha alegría, amor y paz en la convivencia Nacional.
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