Evangelio de hoy
SÁBADO DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA
Evangelio según San Juan 16, 23b-28
“Ahora dejo el mundo y voy al Padre”
A la hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será perfecta. Les he dicho todo esto por medio de parábolas. Llega la hora en que ya no les hablaré por medio de parábolas, sino que les hablaré claramente del Padre. Aquel día ustedes pedirán en mi Nombre; y no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes, ya que él mismo los ama, porque ustedes me aman y han creído que yo vengo de Dios. Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y voy al Padre”. Palabra del Señor.
Meditación
Jesús les hablará sin parábolas, con mayor claridad, garantizando a sus discípulos que sus oraciones serán escuchadas. Las parábolas son narraciones que recogen elementos de la cotidianidad para comunicar un mensaje, siempre escondido, donde se necesita la intervención de la inteligencia y de un discernimiento con la ayuda del Espíritu para comprender correctamente lo que se quiere comunicar. No es comprensible muchas veces para una persona que no esté auxiliada por Dios. Supliquemos al Señor con la certeza de que nos responderá. Pero si no nos concede lo que le pedimos, es o porque no nos conviene o porque pedimos mal.
En el tiempo presente que acontece, todavía existe un poco de oscuridad con relación a las cosas, que se verán con claridad en los tiempos últimos, así como expresa san Pablo: “Ahora vemos por un espejo y oscuramente, pero entonces veremos cara a cara” (1 Cor 12,13). Ese tiempo último ya llegó y los discípulos comprenden el sentido profundo de los signos realizados por Jesús; y entienden por fin el significado de ir al Padre. Empiezan a descubrir (se les va quitando el velo o venda que cubre para que vean bien lo que tienen que ver) la perfección del conocimiento y la visión que creían se tendría sólo en el cielo. Es ver con los ojos de la fe.
En ocasiones tenemos experiencia de aridez en nuestra historia como Santa Teresa de Ávila o la noche oscura (San Juan de la Cruz) que pensamos nunca pasará. Y la presencia de Dios en nuestra historia hace que amanezca, que se aclaren las ideas y el rumbo a tomar comprendiendo en profundidad que caminamos hacia la patria celestial, hacia el Padre, es nuestro destino principal y definitivo. Desde ese momento, nuestra relación con Él es distinta, ya no distante, sino cercana y viva, sintiendo que todo lo que nos dijo es real ya desde nuestro presente.
Perdón Señor por nuestra poca fe, pues muchas veces te pedimos, pero no con esa seguridad de que Tú nos escuchas y nos respondes siempre para nuestro bien. Ayúdanos a comprender que te donaste todo a nosotros sin pedirnos nada a cambio y que lo más grande será entregarte nuestra voluntad a cambio de la Tuya. Gracias por enseñarnos que tu voluntad siempre será lo mejor para nosotros, aunque no nos guste, ya que siempre lo que viene de Ti será para nuestro bien. Amén.
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