Saludo a toda la comunidad de la Misión Maronita del Paraguay, a la parroquia San Charbel, cuya fiesta celebramos el 3er. domingo de julio, al padre Pedro Showah, párroco de la parroquia San Charbel, a Su Excelencia Hassan Hijazi, embajador del Líbano en Paraguay. Saludo a la comunidad libanesa y descendientes de libaneses en el Paraguay. Queridos hermanos y hermanas:

En medio de la difícil situación política, social, económica del Líbano, la fiesta del gran santo local, san Charbel, celebrada en estos días (tercer domingo de julio en el rito maronita), viene a dar luz y esperanza al pueblo libanés. Quien haya llegado al Líbano, seguramente se sorprende de descubrir en todas partes a esta gran figura nacional. Además de estar presente en las iglesias o monasterios que abundan en el país, la cara de este viejo monje eremita está en los restaurantes, tatuajes, buses, edificios, calles. Esta cara irradia paz y serenidad tan necesaria en regiones de guerra.No es raro escuchar en el Líbano a alguien a quien Charbel ha hecho un pequeño o gran favor últimamente. No por nada se suele decir que san Charbel es el santo que más hace milagros, y no solo a los cristianos. En efecto, hasta Anaya llegan personas de todo el mundo y muchos musulmanes se acercan también a rezarle.San Charbel Makhlouf, nació el 8 de mayo de 1828, en el pueblo de Biqa-Kafra en las altas montañas del norte de Líbano. Se le dio el nombre de José en su bautismo, y fue el último de los cinco hijos nacidos muy pobres pero de muy religiosos padres.

Desde la primera infancia mostró una fuerte atracción a la oración y la soledad, y a los 23 años se fue de casa para convertirse en un monje en el Monasterio de San Maroun al Annaya. Después de ser recibido en el noviciado, se le dio el nombre de Charbel.

Después de haber finalizado con sus estudios teológicos, San Charbel fue ordenado sacerdote el 23 de julio 1859 (165 años). San Charbel recibió el permiso de sus superiores para vivir solo en una ermita privada llamado Santos Pedro y Pablo, que estaba situada no muy lejos del monasterio, y que fue utilizada por los sacerdotes durante sus días de retiro.

Fue en este santuario que pasó los 23 años restantes de su vida en la práctica de grandes sacrificios y de mortificaciones. San Charbel tenía una extraordinaria devoción a la Sagrada Eucaristía y su preferencia por celebrar la misa diaria a las 11:00 horas, y que podría pasar casi toda la mañana en la preparación para la Misa, y el resto del día en acción de gracias.
San Charbel era un humilde monje que se unió a Cristo en sus sufrimientos y alegrías. Irradiaba paz y amor dondequiera que iba. San Charbel murió el día de Navidad, a la edad de 70 años.
Extraños sucesos comenzaron a suceder luego de la muerte de San Charbel. Desde lo lejos se podía ver que salía una luz brillante extraordinaria de su tumba, este efecto duró cuarenta y cinco noches después de su muerte.

Cientos de pobladores vieron la luz milagrosa. Esta misteriosa luz brillante se hizo visible en todo el valle. El evento causó un gran revuelo en todo el pueblo. Miles de cristianos y musulmanes se acercaron a la tumba para ver este extraordinario fenómeno. San Charbel continua siendo una luz para el pueblo libanés, cristianos y musulmanes, en esta crisis que atraviesa el país del Cedro milenario.

San Charbel Makhlouf fue canonizado en 1977 (47 años) por el mismo San Pablo VI. Es el primer santo maronita incluido en el calendario de escritura latina. El próximo domingo 20 de octubre, otros tres hermanos maronitas Francisco, Abdelmuti y Rafael Massabki, serán canonizados, junto a los 8 franciscanos, asesinados por fanáticos extremistas religiosos, ocurrido entre el 9 y 10 de julio de 1860. Estas canonizaciones fue decidida por el Papa Francisco en el consistorio, reunión de cardenales, del lunes del 1º de julio donde este servidor estuvo presente. Con la alegría de esta buena noticia para toda la Iglesia Católica Maronita.
En su homilía para la misa de la canonización de San Charbel, el Papa Pablo VI expresó: “La Iglesia necesita gente que se ofrezca como víctima para la salvación del mundo. La iglesia necesita de buenos pastores, inspirados en Cristo el Buen Pastor.

El pastorea con amor personal, nos conoce por nombre, no busca otro interés, no tiene otra ambición que la de guiar, de llevarnos hacías las aguas limpias de su palabra, de coronarnos de gloria y majestad, de gloria y santidad, conduciéndonos con su brazo poderoso y misericordioso, para darnos sosiego en las pruebas de oscuras o tenebrosas cañadas. El Buen Pastor y Sembrador, abrió surcos entre nos, en nuestros corazones, para esparcir y cultivar la semilla de la verdad y la vida.

Nos alimenta de si mismo para nutrir y proteger a sus ovejas, justamente protegerla de los lobos disfrazados de ovejas. De aquellos que tienen el corazón marchito, seco, donde la semilla del bien no prende. Por indiferencia, por cegueras y sorderas espirituales. (Mt 13) “Al que tiene, se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden.”

El Papa San Pablo VI en la canonización de San Charbel, el 6 de octubre de 1977 (hace 47 años) también decía: Hoy veneramos juntos, a un hijo de todo el Líbano, especialmente la Iglesia maronita, pueden estar orgullosos: Charbel Makhlouf. Un hijo singular, fue un artesano de la paz, ya que quería alejarse del mundo, estar sólo en Dios. Pero su lámpara está encendida encima de la montaña de su ermita, desde el siglo pasado, ha brillado un resplandor creciente y unánimemente hasta su santidad.

Bendigamos al Señor por habernos dado a San Charbel Makhlouf, para reactivar la misión evangelizadora de la Iglesia, con su sabiduría y su oración. Ha sabido ser puente entre el oriente y el occidente, y ha llegado su devoción en varios países latinoamericanos, y también presencia en Paraguay. Su prodigio de santidad es para toda la Iglesia, no sólo en el Líbano. Oramos muy especialmente hoy por la paz en nuestro país, en el mundo, en el Medio Oriente, que cesen las hostilidades, que cesen las ondas expansivas del odio y las venganzas que bombardean con sus letales drones destructivos, impactados también en el sur del Líbano. Odios que destruyen, hieren, matan vidas humanas. El Odio es barrera que nos separa.

(Ef. 2,13) Cristo el Señor es nuestra paz; él hizo de los judíos y de los no judíos un solo pueblo; él destruyó, en su propio cuerpo, la barrera que los separaba: el odio; para crear en sí mismo, de los dos pueblos, un solo hombre nuevo, estableciendo la paz, y para reconciliar a ambos, hechos un solo cuerpo, con Dios, por medio de la cruz, dando muerte en sí mismo al odio.

Intercede por nosotros san Chárbel, que demasiado a menudo no nos atrevemos correr el riesgo de la experiencia de las Bienaventuranzas que, sin embargo conducirá a la perfecta alegría! Intercede por sus hermanos de la Orden Libanesa Maronita, y cualquier maronita. Intercede por el querido país de Líbano, usándolo para superar las dificultades de la época, para sanar las heridas, para caminar en la esperanza! Hoy nos re consagramos a la Virgen María, imitando sus virtudes, su vida y obrar como Ella, María, obró, según sus palabras: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.

 

Card. Adalberto Martinez Flores
Arzobispo de Asunción