Evangelio de hoy

LUNES DE LA SEMANA 34ª DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio según San Lucas 21, 1-4

 “Dio todo lo que tenía para vivir”

Levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo. Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre, y dijo: “Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie. Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir”. Palabra del Señor.

Meditación

Hoy día vemos a una mujer que comprendió de fondo lo que significa adorar a su Rey: llega silenciosa al templo, pasa por la caja de las ofrendas, mete la mano a su bolsillo y saca dos moneditas. No hay más, es todo lo que tiene, es todo lo que tiene para vivir, no titubea y lo da todo. 
Y aquí quisiera compartirles una experiencia que tuve en mis años de misionera en Haití, en el país de Haití. Habían pasado dos meses del terremoto que devastó la isla, aquello era una escena de terror. Una mañana, íbamos recorriendo una aldea y de pronto nos salen al encuentro cuatro chiquillos desnuditos, la mamá venía detrás. Poco a poco, fuimos conociendo su situación: su marido la había dejado con nueve hijos, el mayor de 12 años. Los tres mayores ya salían a trabajar para traer algo de comer a la casa.
Lo que en un principio pensábamos que era un lugar donde guardaban los animales, nos dimos cuenta de que era su casa. De inmediato sacamos de nuestra mochila misionera algo de ropa para los niños y galletas. Los niños se las devoraban.
Al terminar nuestra conversación, le dimos a la señora Didi -recuerdo perfectamente su nombre-, la mitad de una bolsa de almendras; ella entró a la casa, sacó una jícara, la llenó de almendras y se la llevó a la vecina que nos veía desde su casita. Didi se acerca y me dice: ‘hermana, ellos tampoco han comido desde hace días’.
¡Qué gran lección nos dan estas personas!, tanto la mujer del Evangelio, la viuda pobre, como menciona el Evangelio, como Didi, no dan lo que les sobra, sino dan lo que tienen para vivir. Ojalá que nosotros también no demos lo que nos sobra, sino lo que tengo para vivir: tiempo, alegría, energía, amor. Metamos la mano a la bolsa, metamos la mano al corazón y pongámoslo todo en la caja de las ofrendas. 
Hoy, demos esos cinco minutos de mi tiempo, con toda mi atención, a alguien que realmente nos necesite o a algún miembro de nuestra familia.