Evangelio de hoy
Sábado de la 11ª Semana del Tiempo Durante el Año
Evangelio según San Mateo 6, 24-34
“No se inquieten por el día de mañana”
Dijo Jesús a sus discípulos: “Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero. Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer o qué van a beber, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido? Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en graneros y, sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen ustedes acaso más que ellos? ¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? ¿Y por qué se inquietan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer. Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! No se inquieten entonces, diciendo: ‘¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?’. Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción”. Palabra del Señor.
Meditación
Buscar el reino de Dios. San Cirilo de Jerusalén (s.V) se preguntaba ¿Qué conclusiones los discípulos han de tomar y qué decisiones prácticas han de adoptar? Ciertamente estas: han de abandonar en manos de Dios la preocupación por el alimento, y acordarse lo que dijo aquel santo varón: encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará. Lo decía porque algunos cristianos, “tuvieran un alma liberada del apetito de riquezas y nada aborrecieran tanto como la acumulación de donativos, contentándose más bien con los que Dios les proporciona”.
San Juan Crisóstomo (s. IV) entiende que es el mismo Cristo, quien nos aparta de las riquezas y quiere liberarnos de la tiranía de la avaricia. Ante la pobreza había que anunciar y dar testimonio de Cristo “¿O nos exponemos a dejar el servicio a Cristo? ¿Y qué cosa más apetecible de alcanzar una perfecta amistad y caridad para con Él? Es que por dos medios incita el Señor a sus oyentes. Por el daño y por el provecho, imitando en ello al hábil médico que precisa la obediencia ante la enfermedad o la salud”.
Imitemos a la virgen María, la humilde servidora del Señor, quien la enaltece.
¡Le mantendré eternamente mi favor!
Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi ciervo:
Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades.
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