Evangelio de hoy
Jueves de la 17ª Semana del Tiempo Durante el Año
“Separarán a los malos de entre los justos”
Evangelio según San Mateo 13, 47-53
Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los Cielos se parece a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. ¿Comprendieron todo esto?”. “Sí”, le respondieron. Entonces agregó: “Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo”. Cuando Jesús terminó estas parábolas se alejó de allí. Palabra del Señor.
Meditación
La vía sinodal, tradición y novedad. Nuestro caminar juntos en la transmisión de las costumbres, ritos, literatura, instituciones, etc., adquieren una permanente novedad. El ejemplo de la pesca es tan antigua como nueva: lanzar juntos las redes y sacar varias clases de peces nos toca a nosotros, con la gracia de Dios. También en la vía sinodal se requiere de ciertos acuerdos y del discernimiento para discriminar lo nuevo y lo añejo.
San Agustín nos enseña que la red es una figura de la Iglesia, prevista por el Señor “para arrastrarla hasta la orilla; es decir, hasta el fin del mundo, toda clase de peces buenos y malos. Ha predicho hablando abiertamente o en parábolas, que los buenos y los malos se mezclarían. Por ejemplo, se requiere paciencia y vigilancia sobre la disciplina de la Iglesia: si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, haz salvado a tu hermano”.
Así, la misericordia, la paciencia y el celo por el evangelio nos impulsan a trabajar juntos para ganar al mayor número posible (1Cor 9,20), ya que “en la Iglesia, todos estaríamos siempre mezclados hasta el fin del mundo; y el día del juicio, la participación de los malos en los sacramentos no será dañina para los buenos, dado que éstos no habrán tenido parte en sus pecados (sobre la fe y las obras, CC. 3-5)”.
¡Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob!
Alaba, alma mía, al Señor: alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista.
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