Evangelio de hoy
San Martín De Tours, Obispo
Viernes de la 32ª Semana del Tiempo Durante el Año
Evangelio según San Lucas 17, 26-37
“¿Dónde sucederá esto, Señor?”
Jesús dijo a sus discípulos: “En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempos de Noé. La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos. Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía. Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos. Lo mismo sucederá el día en que se manifieste el Hijo del hombre. En ese día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. El que trate de salvar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará. Les aseguro que en esa noche, de dos que estén en el mismo lecho, uno será llevado y el otro dejado; de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada”. Entonces le preguntaron: “¿Dónde sucederá esto, Señor?”. Jesús les respondió: “Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres”. Palabra del Señor.
Meditación
El que pierda su vida la salvará. En realidad “perder” es “ofrecer” como afirma el Apóstol, es una ganancia (Fil 1,21); mientras que para la mundanidad sería un desperdicio. Pero se trata de la vida verdadera cuya fuente es Cristo, mientras que nosotros la recibimos de regalo. “La integridad del sagrado cuerpo consta de una diversidad de miembros, unidos en Cristo; y una diversidad de funciones no es en modo alguno causa de división entre los miembros” (San León Magno, Papa). Crecemos en esta comunión y en esta paz al celebrar la Eucaristía, al estar unidos a la cabeza, y somos una sociedad indiscriminada.
Con esto no negamos el pluralismo y las diferencias entre los miembros de la Iglesia, pero caminamos juntos con la esperanza de la “manifestación del Hijo del Hombre”, de los hijos de Dios.
El mismo santo padre de la Iglesia afirma con ocasión de la fiesta de San Pedro: “con la veneración de aquel que fue inundado tan copiosamente por la misma fuente de todos los carismas, de modo que, nada pasa a los demás si no es a través de él. Así el Verbo hecho carne habitaba ya entre nosotros, y Cristo se había entregado totalmente a la salvación del género humano (Sermón 4)”. En efecto, en comunión con el vicario de Cristo y enviados a la misión, somos confirmados en la fe y la caridad, de modo particular a favor de los pobres.
Dichoso el que camina en la ley del Señor!
Dichoso lo que, con vida intachable,
camina en la ley del Señor.
Dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón.
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