Evangelio de hoy

SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR

Sábado de la 4ª Semana de Adviento

Evangelio según San Lucas 2, 1-14

 “Ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor”

Apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque donde se alojaban no había lugar para ellos. En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el ángel les dijo: “No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. Y junto con el ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres amados por él!”. Palabra del Señor.

Meditación

     Hoy nos ha nacido un Salvador. La novedad y el canto nos transportan al futuro y sobre todo al amor, a Dios. San Agustín nos recuerda que “no existe nadie que nos ame; pero hay que preguntar qué es lo que ama. Entonces, lo que vamos a amar. Pero de hecho nos amamos si antes no somos amados. Más aún, nosotros amamos porque nos amó antes, como dice el apóstol” (Com Sal 145,2).

     Los rasgos del amor serían como unas huellas con futuro, o unas semillas puestas en las personas a fin que emerjan dignas, en medio de una masificación y despersonalización deshumanizante. Al contrario, la cultura del encuentro en torno al Pesebre hacen vibrar las fibras más hondas de nuestro ser. La soledad y la marginación amenazan nuestro estilo de vida sencillo, solidario, generoso, y otros peldaños de la escala de valores adecuado a las exigencias del Evangelio.

    Nos hacemos diestros, técnicos, artistas en la vida que se torna cada vez más compleja. Pero siempre hacemos opciones. Elegimos. En términos de nombres concretos, familias, lugares, situaciones citamos a niños, jóvenes y adultos mayores; sanos o enfermos, sabios o ignorantes, pobres o ricos. Cantemos un cántico nuevo, optemos por amar a Dios y al prójimo. Feliz Navidad!

Canten el señor un cántico nuevo,

canten al Señor, toda la tierra;

canten al señor, bendiga su nombre