Evangelio de hoy

 LUNES DE LA SEMANA 31ª DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio según San Lucas 14, 1. 12-14

“Tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos”

Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Jesús dijo al que lo había invitado: “Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!”. Palabra del Señor.

Meditación

Es día sábado donde Jesús está compartiendo la mesa comiendo con un fariseo distinguido, aludiendo al banquete escatológico del reino: su gesto se estructura así: cura a un hombre enfermo (cf. Lc 14,16); trata del servicio interhumano (cf. Lc 14,7-14) y muestra que el banquete de Dios es un regalo que se ofrece de manera gratuita a los perdidos de la tierra (cf. Lc 14,15-24). Lo que acomuna a todo esto es la existencia como un don que se recibe y se ofrece gratuitamente hacia los demás. El don del Reino, que se concede inicialmente al enfermo (cf. Lc 14,1-6) y culmina en la plenitud del banquete escatológico (cf. Lc 14,15-24), se convierte en una actitud o forma de existencia.

Si en sus actos y actitudes busca una recompensa de orden terrenal o material, ya quedará suficientemente pagado cuando reciba lo que pretendía; pero si en lo que hace busca siempre a Dios, su recompensa será Dios, ya que lo buscó; y será esa presencia de Dios lo que tiene un valor definitivo. Jesús vino a dar su vida en rescate por muchos, Él como Buen Pastor da la vida por las ovejas (cf. Jn 10,10) y lo hace desde la muerte en Cruz.

San Pablo atribuye a Jesús este concepto clave: “De todas las maneras posibles, les he mostrado que así, trabajando duramente, se debe socorrer a los débiles, y que hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús: La felicidad está más en dar que en recibir” (Hech 20,35). “Me hice débil con los débiles, para ganar a los débiles. Me hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunos; y todo esto, lo hago por el Evangelio, para que la Buena Notica me aproveche también a mí” (1 Cor 9,22-23). La máxima caridad será procurar la salvación del hermano, sobre todo, de aquel que no cuenta, quien no es tenido en cuenta para la sociedad. Busquemos el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se nos será dado por añadidura, pues “¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?” (Mt 16,26).

Perdón Señor porque muchas veces en nuestros gestos y palabras buscamos recompensa y reconocimientos de honor por las personas que tienen algún poder para el mundo. Ayúdanos a hacerlo todo sin esperar nada a cambio, amando hasta al que nos hace daño y persigue con o sin motivo. Gracias por mostrarnos que has venido no a ser servido, sino a servir y dar tu vida en rescate por muchos, y por enseñarnos a seguir misionando con amor. Amén.