Evangelio de hoy
LUNES DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA
Evangelio según San Juan 15, 26—16, 4
“El Espíritu de la Verdad que proviene del Padre”
A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del Padre, él dará testimonio de mí. Y ustedes también dan testimonio, porque están conmigo desde el principio. Les he dicho esto para que no se escandalicen. Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que les den muerte pensarán que tributan culto a Dios. Y los tratarán así porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Les he advertido esto para que cuando llegue esa hora, recuerden que ya lo había dicho. No les dije estas cosas desde el principio, porque yo estaba con ustedes”. Palabra del Señor.
Meditación
Hoy damos gracias a Dios por nacer en esta tierra, en esta patria, la República independiente del Paraguay. Esta patria es nuestra madre, la que nos marcó en expresiones culturales con valores que siempre serán apreciados por el mundo entero. Y también recordamos a nuestra mamá, la que nos engendró y nos dio a luz, nos cuidó y nos amamantó, nos tuvo paciencia enseñándonos los valores y transmitiéndonos la fe y el amor a la Virgencita María. Día para celebrar, día de fiesta, para compartir este gran regalo de Dios. Ofrecemos un minuto de silencio por todas las mamás que ya partieron e interceden porque les vaya bien a sus hijos.
El término “Paráclito”, viene del griego, que etimológicamente significa “aquel que es invocado” o “alguien llamado para que esté junto a uno y lo ayude o defienda”, de aquí que se pueda traducir como “consolador”, “ayudante”, “consejero” o “intercesor”. En el campo legal significa “abogado” o “defensor”. ¿Por qué Jesús habla del “otro Paráclito”? Porque Él ha sido el primer Paráclito para los suyos en su vida terrena. El otro Paráclito (el Espíritu Santo) lo sustituirá y podrá prolongar su obra a favor de los discípulos, siendo una persona distinta a la del Padre y a la del Hijo.
Si el discípulo predica la Muerte de Cristo, y él está destinado a ser parte de lo que anuncia, ¿puede esperar otra cosa a la persecución, odio, calumnias y crucifixión y muerte que pasó su Maestro? No. Pasará por lo mismo que pasó su Maestro y Señor. Pero si parte de nuestro destino es la persecución, el odio y la muerte, no nos debe llevar a la angustia y desesperación, porque no es nuestro destino final, sino que la Vida, Resurrección. Los primeros cristianos tenían tan claro este tema, que aun sabiendo que los iban a matar, inventando tantas cosas en contra suya, sabían que su destino principal será la patria celestial (cf. Filp 3,20-21).
Perdón Señor por las veces en que no nos dejamos amar por Ti y por las veces en que somos perezosos para servir a la humanidad necesitada de amor. Ayúdanos con tu Gracia a que tengamos plena confianza, lleguemos a ser valientes por la fuerza de tu Amor. Gracias por los testigos de tu Misericordia, quienes nos enseñan a perseverar en el servicio en medio de persecuciones y adversidades de nuestro tiempo. Amén.
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