Mensaje por el día de Santa Rosa de Lima

Hoy celebramos con alegría y esperanza el día de Santa Rosa de Lima, primera santa de América y patrona del Perú, del continente americano y también de la Policía Nacional del Paraguay.

Santa Rosa, terciaria dominica, nos dejó un…

Hoy la Iglesia celebra con gratitud y reverencia la memoria del martirio de San Juan Bautista, profeta valiente, precursor del Señor y testigo fiel de la verdad. Su vida y su entrega total nos recuerdan que la fidelidad a Dios a veces exige darlo todo, incluso la propia vida.…

Hoy celebeamos la vida y legado de este gran santo y Doctor de la Iglesia.

San Agustín de Hipona (354-430) fue un obispo, filósofo y teólogo que dejó huellas en la tradición eclesiástica. Es considerado uno de los Padres de la Iglesia y es patrono de "los que buscan a Dios" .…

Celebramos el Día de San Pío X, el Papa número 257 de la Iglesia Católica, recordado por su compromiso con la fe, la tradición y la renovación espiritual.

San Pío X nació el 2 de junio de 1835 en Riese, Italia. Fue ordenado sacerdote en 1858 y ocupó varios cargos eclesiásticos…

Celebramos el Día de San Bernardo , un abad benedictino francés del siglo XII que se destacó por su sabiduría, su fe y su influencia en la Iglesia Católica.

San Bernardo fue un gran defensor de la fe católica y se opuso a las herejías de su tiempo. También fue un promotor de la…

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Evangelio de hoy, martes 11 de febrero de 2025
Destacada, El Evangelio de Hoy

Evangelio de hoy, martes 11 de febrero de 2025 

Evangelio de hoy

MARTES DE LA V SEMANA DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Evangelio según San Marcos 7, 1-13

 “Honra a tu padre y a tu madre”

Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar. Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras, de la vajilla de bronce y de las camas. Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?”. Él les respondió: “¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos’. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres”. Y les decía: “Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan tranquilamente el mandamiento de Dios. Porque Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’, y además: ‘El que maldice a su padre y a su madre será condenado a muerte’. En cambio, ustedes afirman: ‘Si alguien dice a su padre o a su madre: Declaro corbán –es decir, ofrenda sagrada– todo aquello con lo que podría ayudarte…’. En ese caso, le permiten no hacer nada más por su padre o por su madre. Así anulan la palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han transmitido. ¡Y como estas, hacen muchas otras cosas!”. Palabra del Señor.

Meditación

El texto de hoy se centra en la unidad que debe haber entre fe y vida. Los fariseos adoptan una postura que, a la vista de los demás, aparenta fidelidad y cumplimiento a la ley, pero en realidad su corazón está lejos de Dios.

Y esta es la triste realidad de muchos cristianos que aparentan ser fieles cumplidores de la ley; van a misa los domingos, en las asambleas de oración hacen largas oraciones, se encargan de recoger la limosna en la misa, cumplen con lo marcado con la ley; sin embargo, en sus casas son déspotas, intransigentes, criticones y malcriados, asisten a espectáculos inconvenientes. Dice el Señor: “Este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mí”.

Es necesario que volvamos a unir la fe y la vida. Que sin dejar de hacer lo que la ley nos invita a hacer, no sea una práctica externa sino el resultado de la relación íntima y personal con Dios; que sea la manifestación externa de nuestro ser poseído por el Espíritu Santo. Pensemos por un momento ¿qué es lo que nos mueve a nuestras prácticas religiosas, la ley o el amor a Dios y a los hermanos?

 

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