Evangelio de hoy

VIERNES DE LA 3° SEMANA DE ADVIENTO

Evangelio según San Lucas 1, 46-55 

“Su misericordia se extiende de generación en generación

María dijo: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquéllos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de sus tronos, y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre”. Palabra del Señor.

Meditación

María responde con este canto, el Magnificat, por la primera palabra en su traducción al latín. Es un himno de acción de gracias y alabanza a Dios con alegría porque su obra salvadora se realiza a favor de Israel. Se utilizan frases del texto del Antiguo Testamento, utilizando como modelos el cántico de Ana, una mujer estéril a quien Dios igual le da un hijo (cf. 1Sam 2,1-10) y los cantos de los pobres del Señor que aparecen en los salmos. María responde con palabras que suenan conocidas en el AT, pero con contenido totalmente nuevo. María es dichosa porque en ella Dios concreta las grandes obras cumpliendo Su promesa de ayudar a los pobres, desvalidos y los últimos de la humanidad.  Toda su grandeza es don de Dios y culmina con alegría en canto de alabanza. ¿Cómo no alabar y glorificar a Dios por las maravillas obradas en su servidora? Ella, al ser la Madre de la misericordia, nos dice que está con nosotros, que procurará hasta el último para que estemos libres de las garras del maligno.

Se le glorifica porque creyó en Dios y permitió que hiciese en y por ella grandes cosas. Paraguay, tierra de María, también alaba al Señor por las maravillas obradas en sus hijos a lo largo de su historia. Estamos seguros que en todo tiempo difícil Ella nos cubrirá con su manto y amparará a todos sus hijos, para que, desde la fe, esperanza y caridad, podamos compartir la alegría del Amor de Dios, el principio fundamental de toda vida. Gracias María, dichosa María, porque en ti Dios inició las grandes obras con las que cumple su promesa auxiliando a los pobres, a los humildes y desvalidos. Gracias María por la alegría en tu corazón de ser favorecida y por compartir con nosotros los hombres de generación en generación.

Perdón Señor porque muchas veces obramos con soberbia y orgullo, pensando que los pequeños y los más humildes de la tierra son los olvidados por Ti. Ayúdanos a mirar con ojos de fe y a siempre esperar con amor tus maravillas acompañando esta tierra bendita con grandes signos de misericordia. Gracias por elegir a una humilde y sencilla para que obres con todo tu poder misericordioso en favor de los sencillos de corazón y por mostrarnos que como María, quien intercede porque alcancemos el verdadero amor, somos los más favorecidos por Ti. Amén.