Evangelio de hoy

Viernes de la 4ª Semana de Adviento

Evangelio según San Lucas 1, 57-66

 “Su nombre es Juan”

 

Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: “No, debe llamarse Juan”. Ellos le decían: “No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre”. Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: “Su nombre es Juan”. Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: “¿Qué llegará a ser este niño?”. Porque la mano del Señor estaba con él. Palabra del Señor.

Meditación

Levántense, se acerca su liberación. Alzar la cabeza es trascender, ir más allá de los hechos, al fondo de ciertas cuestiones.

     Un famoso sermón de San Agustín nos ayuda a discernir el amor, más que un sentimiento, que una pasión, la caridad en verdad: “descubramos aquí en la tierra lo que encontraremos en el cielo. Incluso el amor ínfimo y terreno, sucio y carnal en exceso, que va unido a las bellezas del cuerpo, Y no se llama a la atención sobre algo a partir de lo cual nos elevamos realidades superiores y más puras. Un hombre deshonesto e irresponsable, ama a una mujer bellísima, pero si ésta le odia, ¿acaso no se enfría toda la pasión y el impulso? Se aparta y hasta odia lo que amaba. ¿Cambió la belleza? Nooo, sigue existiendo lo que le atraía. Pero exigía del corazón lo que no veía (el amor). Cambios y descubren una reciprocidad en el amor, será más intenso el deseo. Ella le ve a él; él, a ella; al amor ninguno lo ve y, sin embargo, se ama lo que no se ve (Serm 34).

     Salvando la distancia, la libertad persigue el amor; la caridad gana al mero sentimiento; la correspondencia conquista, realiza y plenifica. El hombre interior descubre la pareja, admira, se asombra: ésta sí que es carne de mi carne y hueso de mis huesos”. El yo descubre un nosotros, la persona su familia, la verdad de la comunión, la verdadera caridad, en la ayuda mutua y el perdón; en el entretejer nuevas relaciones. Feliz Navidad.

 

Señor, enséñame tus caminos,

instrúyeme en tus sendas:

haz que camine con lealtad;

enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.