EL AMOR Y LA MISERICORDIA DE DIOS, DEVUELVE LA DIGNIDAD
Queridos hermanos en Cristo:
El 26 de diciembre 2024, por primera vez en la historia un Papa abre una Puerta Santa no en una basílica sino en el interior de un centro penitenciario. Nuevamente, la decimoquinta vez, Francisco va a una cárcel, “para ofrecer a los presos un signo concreto de cercanía” como lo escribe en la Bula de convocatoria del Año Santo «la esperanza no defrauda» Rm 5,5. Pe ñaha’arõva ndodefraudái “Pe ñeha’arõva na ñane mbopy’a kangýi, pe Espíritu Santo ome’ẽ vaekue ñandéve py’a mbarete”
También hoy y aquí lo hacemos con la apertura del Jubileo 2025 en en Centro Penitenciario en Tacumbu.
Dijo el Papa: “Es un hermoso gesto abrir de par en par: abrir las puertas. Pero más importante es lo que significa: es abrir el corazón. Abrir el corazón. Y eso es lo que hace la fraternidad. Los corazones cerrados, duros, no ayudan a vivir. Por eso la gracia de un Jubileo es abrir y, sobre todo, abrir los corazones a la esperanza. La esperanza no defrauda, ¡nunca!”
“Cuando el corazón está cerrado se vuelve duro como una piedra; se olvida de la ternura. Pero siempre el corazón abierto; el corazón, que es precisamente lo que nos hace hermanos. Abran de par en par las puertas del corazón. Cada uno sabe cómo hacerlo. Todo el mundo sabe dónde está la puerta cerrada o medio cerrada. Todo el mundo lo sabe”.Este es el mensaje que quiero dar a todos nosotros. A mí primero. A todos nosotros. No pierdan la esperanza”.
Desde hace algunos años, el Papa Francisco nos da el ejemplo de llegar a ustedes, los presos en las cárceles, para acercarles la caricia y la misericordia de Dios, como lo hico el 10 de julio cuando por 10 minutos visitó la cárcel de Mujeres El Buen Pastor. Les dios la caricia de su bendición.
San Pedro y san Pablo, dos pilares de la fe y de la Iglesia, discípulos de Jesús y el mismo Jesús fueron privados injustamente de su libertad. También fueron privados de su libertad. En esa situación difícil de estar presos se apoyaron en la oración personal y comunitaria. La oración no los dejó caer en la desesperación. Ellos rezaban y la comunidad rezaba por ellos.
La Iglesia quiere estar cerca de ustedes, porque Jesús se identifica con ustedes cuando dice: “estuve preso y me visitaste”. Pero también es nuestra misión trabajar por su dignidad y por sus derechos. Dice el Papa Francisco que reclusión no significa exclusión. Necesitamos trabajar para que la reclusión permita la reinserción en la sociedad y que tengan la oportunidad de recuperar su dignidad y sus derechos.
Sabemos que varias situaciones que viven no favorecen ese objetivo: el hacinamiento, la lentitud de la justicia, la falta y/o escasez de terapias ocupacionales y de políticas de rehabilitación, la violencia, las carencias de facilidades para formarse en algún oficio o profesión. Que de alguna manera lo recibe Somos conscientes de que es necesario y urgente encontrar respuestas para modificar y reformar esta situación. Para ello será necesario articular una red interinstitucional que impulse las reformas y transformaciones requeridas. La Iglesia no puede estar ausente en la construcción e impulso de esa red.
Mientras la Iglesia, las instituciones del Estado y otras instituciones trabajamos para impulsar soluciones integrales al problema de las cárceles, hay cosas que ya se pueden hacer. Aquí en la cárcel, la convivencia depende de ustedes. El sufrimiento del encierro, las privaciones, entre otras dificultades, pueden volver el corazón egoísta y se dan los enfrentamientos.
Pero, si en vez de competencia por sobrevivir, viendo al otro como adversario o un enemigo, por qué no procuran ayudarse unos a otros, compartir, ser solidarios y convertir la convivencia en una auténtica fraternidad. No tengan miedo a ayudarse entre ustedes. Dios les recompensará, con una vida más digna y agradable mientras están en la cárcel y, como el buen ladrón, si reconocen su pecado y el mal que hicieron, con el firme propósito de convertirse en un buen ciudadano, también Jesús les dirá que, cuando llegue la hora de partir de este mundo, estarán con en Él en el paraíso, en el cielo.
Quisiera dejar también una palabra de aliento a los que trabajan aquí en la cárcel, a los directivos, agentes de seguridad y a todo el personal. Al Capellan y los colaboradores, catequistas, y movimientos y grupos parroquiales que trabajan en la pastoral penitenciaria. Ustedes cumplen un servicio público y religioso fundamental. Tienen una importante tarea para lograr la reinserción de los hermanos presos. Tarea de levantar y no de rebajar; de dignificar y no humillar; de animar y no afligir. Su tarea debe centrarse en ayudar al ser humano, a la persona del preso.
Imploro sobre ustedes, los presos y los trabajadores de la cárcel, y sobre sus familias, la bendición de Dios Todopoderoso y Misericordioso. Invoquemos la protección de la patrona, la Virgen de las Mercedes. Bendecido año 2025 que peregrinamos. Jubileo y esperanza son inseparables. Que María Felicia de Jesus Sacramentado nos inspire, santidad.
Dios te salve María…
Asunción, 4 de enero 2025.
+ Adalberto Cardenal Martínez Flores
Arzobispo Metropolitano de la Asunción
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