El culto de san Blas (s. IV), obispo de Sebaste en Armenia y mártir durante la persecución del emperador Diocleciano, se extendió en Occidente a partir del siglo XI, por los milagros que le atribuye su leyenda. Numerosas iglesias han sido puestas bajo su patrocinio.

Pedimos que por su intercesión nos consiga de Dios la curación de las enfermedades corporales de la garganta, pero sobre todo que nos cure de aquella enfermedad espiritual de la garganta que consiste en hablar de todo lo que no se debe de hablar y en sentir miedo de hablar de nuestra santa religión y de nuestro amable Redentor, Jesucristo.