¡Gracias, mujer, por el hecho mismo de ser mujer!

Saludamos a la mujer paraguaya, con motivo de su día, hoy 24 de febrero, con las palabras del Papa Francisco: “Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América”. A cada una de ustedes nos dirigimos para saludarlas con reconocimiento, afecto y gratitud por este día en que las recordamos muy especialmente.

Hacemos nuestra la carta a las mujeres del Papa San Juan Pablo II en 1995, para dar gracias al Señor por su vocación y misión en la vida de la sociedad:

Gracias mujer-madre, que te conviertes en seno del ser humano con la alegría y los dolores de parto de una experiencia única, la cual te hace sonrisa de Dios para el niño que viene a la luz y te hace guía de sus primeros pasos, apoyo de su crecimiento, punto de referencia en el posterior camino de la vida. Gracias por ser defensora y protectora de la vida desde sus inicios.

Gracias, mujer-esposa, que unes irrevocablemente tu destino al de un hombre, mediante una relación de recíproca entrega, al servicio de la comunión y de la vida.

Gracias, mujer-hija y mujer-hermana, mujer-abuela, que aportas al núcleo familiar y también al conjunto de la vida social las riquezas de tu sensibilidad, intuición, contención, generosidad y constancia.

Gracias, mujer-trabajadora, de los pueblos indígenas, del campo, de la ciudad, que participas en todos los ámbitos de la vida social, económica, cultural, educacional, salubridad, comunicacional, artística, política, asociaciones, gremios, en las fuerzas públicas, militares, policías, en ámbitos domésticos y públicos, mediante la indispensable aportación que das a la elaboración de una cultura capaz de conciliar razón y sentimiento, a una concepción de la vida siempre abierta al sentido del « misterio », a la edificación de estructuras económicas y políticas más ricas de nuestra sociedad.

Gracias, mujer-consagrada, consagradas a Dios privadamente, o en congregaciones o institutos que a ejemplo de la más grande de las mujeres, la Madre de Cristo, Verbo encarnado, te abres con docilidad y fidelidad al amor de Dios, ayudando a la Iglesia y a toda la humanidad a vivir para Dios una respuesta « esponsal », que expresa maravillosamente la comunión que El quiere establecer con sus hijos e hijas.

Gracias, mujer, ¡por el hecho mismo de ser mujer! Con la intuición propia de tu femineidad enriqueces la comprensión del mundo y contribuyes a la plena verdad de las relaciones humanas.

Pero dar gracias no basta, nos dice el Papa en su carta: por desgracia somos herederos de una historia de enormes condicionamientos que, en todos los tiempos y en cada lugar, han hecho difícil el camino de la mujer, despreciada en su dignidad, olvidada en sus prerrogativas, marginada frecuentemente e incluso reducida a esclavitud. Mujeres que por ser mujer han sido y son víctimas de abusos, violencias y feminicidios.

Que este sentimiento se convierta para toda la Iglesia en un compromiso de renovada fidelidad a la inspiración evangélica, que precisamente sobre el tema de la liberación de la mujer de toda forma de abuso y de dominio tiene un mensaje de perenne actualidad, el cual brota de la actitud misma de Cristo. El, superando las normas vigentes en la cultura de su tiempo, tuvo en relación con las mujeres una actitud de apertura, de respeto, de hospitalidad y de ternura. De este modo honraba en la mujer la dignidad que tiene desde siempre, en el proyecto y en el amor de Dios.

Como a todos los ciudadanos y ciudadanas, el Estado paraguayo debe garantizar a las mujeres, sobre todo a las más vulnerables, el acceso a la educación, a la salud integral, al empleo digno, el acceso a la tierra, y garantizar las condiciones que afirmen su dignidad. En los gobiernos mandantes, el Estado debe ser propulsor y ejecutor de políticas públicas permanentes y estables, que protejan y promuevan los derechos del desarrollo humano integral y muy especialmente de las mujeres, como dadoras de vida.

En los últimos tiempos, la sociedad entera es testigo de todo tipo de violencia contra las mujeres. Frente a esto, que no debemos tolerar bajo ningún sentido, resaltamos la necesidad de un fuerte compromiso multidisciplinario de los organismos que velan por la seguridad, y de todos las personas de bien que contribuyan a frenar el flagelo que atenta contra el bienestar y dignidad de las mujeres.

En el mundo académico y científico, las mujeres son las que resaltan por su protagonismo, liderazgo y empeño. Sin embargo, aún son marginadas en el ámbito laboral y político. Muchas de ellas han perdido sus trabajos en ámbitos públicos y privados, y carecen del mínimo de ingresos económicos suficiente que les garantice autonomía y dignidad.

Hoy, pedimos a la Virgen María, modelo de mujer, ampare a la mujer paraguaya. Recordamos a las que han migrado, y viven fuera de la patria, a sus hijos y familias. Que ellas fortalecidas en la fe, esperanza y caridad sean custodias unas de otras y de su propia dignidad de personas y sigan dando buenos frutos en todos los ámbitos de nuestra sociedad.

Que María Santísima, Virgen de la Asunción, vele sobre las mujeres y sobre su misión al servicio del Paraguay, de la humanidad, de la paz y de la extensión del Reino de Dios.

 

Asunción, 24 de febrero de 2024.

+ Adalberto Card. Martínez Flores

Arzobispo Metropolitano de la Santísima Asunción

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