Evangelio de hoy

MARTES DE LA SEMANA 10ª DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio según San Mateo 10, 7-13

“Proclamen que el Reino de los Cielos está cerca”

Jesús dijo a sus apóstoles: “Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen enfermos, resuciten muertos, purifiquen leprosos, expulsen demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente. No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento. Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir. Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes”. Palabra del Señor.

Meditación

     La proclamación del Reinado de Dios. Esto es evangelizar, que según el Papa Francisco “no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el curso de los tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta, personal y social del hombre». San Pablo, conocedor del mundo bíblico, revelado por Dios, manifiesta su querer: “el Padre desea que todos los hombres se salven y su plan de salvación consiste en «recapitular todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, bajo un solo jefe, que es Cristo» (Ef 1,10).

     El apóstol Bernabé originario de Chipre, era un hombre bueno y lleno del Espíritu Santo, acompañó a S. Pablo en la misión a la actual Turquía. Abrazó la fe en Jesucristo y supo distinguir el estilo de vida pacífico, en un mundo lleno de ídolos y mentiras. Por ejemplo, era casi desconocida la justicia divina y al mismo tiempo que se adoraba a los dioses, se temía su castigo. La vanagloria era la consecuencia de las supersticiones.

     Temidos o respetados, los cristianos crecían como sal de la tierra y luz del mundo. “Por medio de la sabiduría celestial, condimentaron los corazones de las gentes que, por obra del demonio, habían perdido su sabor. El sol de justicia por medio de ellos, como por rayos resplandecientes derramó por todo el mundo la luz de su conocimiento” (San Cromacio de Aquileia, s. IV, sobre el evangelio de san Mateo). Por consiguiente, nuestro deber -prosigue el santo- es no ocultar esta lámpara de la ley y de la fe, al recordar el salmo: lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. De ella dice también Salomón: el consejo de la ley es lámpara.

¡El Señor revela a las naciones su justicia!

Levanto mis ojos a los montes:

¿de donde me vendrá el auxilio?

El auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.