El Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, que se conmemora el 30 de agosto, es un momento para reflexionar sobre una de las violaciones más graves de los derechos humanos. Este día nos invita a recordar a aquellos que han sido víctimas de desapariciones forzadas, así como a sus familias, que viven en la incertidumbre y el dolor

El Papa Francisco expresó en diversas ocasiones su preocupación por las desapariciones forzadas y ha llamado a la comunidad internacional a tomar medidas urgentes para abordar esta problemática. En sus discursos, ha enfatizado la importancia de la memoria y la justicia, recordando que cada persona desaparecida es un ser humano con una historia, una familia y un futuro que le ha sido arrebatado.

En otras ocasiones también ha subrayado la necesidad de brindar apoyo a las familias de las víctimas, quienes sufren no solo la pérdida de sus seres queridos, sino también la angustia de no saber qué les ha sucedido. Nosotros como Iglesia particular que peregrina en Paraguay, reconocemos que es necesario mirar los rostros afligidos, escuchar el clamor sufriente por no saber en dónde están sus hijas, hijos, hermanas, hermanos, padres, madres a quienes tanto aman.

La desaparición forzada no solo representa una agresión a la persona desaparecida, sino que también desgarra el tejido social y afecta a comunidades enteras. En el libro de Génesis, encontramos la historia de Caín, quien, consumido por la envidia y el resentimiento, se levanta contra su hermano Abel y lo mata. “El Señor le preguntó a Caín: ¿Dónde está tu hermano Abel? — No lo sé — respondió —. ¿Acaso soy yo el que debe cuidar a mi hermano? —¡Qué has hecho! — exclamó el Señor—. Desde la tierra, la sangre de tu hermano reclama justicia” (Gén. 4, 9-12).

Este pasaje nos compromete, nos interpela, ante el mal de la desaparición forzada, se nos traslada esa misma pregunta, Dios mismo nos preguntará “¿Dónde está tu hermano?, su sangre clama justicia. Hoy quizás podamos preguntarnos ¿Dónde están Héctor y Juliette? ¿Dónde está Edelio? ¿Dónde está Oscar Denis? ¿Dónde está Antonio Augusto?. Y nunca  olvidemos a los cientos de desaparecidos durante la época de la dictadura, cuyos seres queridos  y equipos especializados continúan en la búsqueda de su paradero. ¿Dónde está Loan Danilo Peña? y algunos desaparecidos no encontrados, otros desaparecidos y encontrados sin vida, como fue el caso de Cecilia Cubas y otros.

Los números de los primeros meses del año 2024 son similares e iguales de alarmantes a los del año 2023. Hasta el mes de mayo, se denunció la desaparición de 352 niños y adolescentes, de los cuales 154 fueron ya localizados y hay aún 197 “en investigación” ¿Dónde están los niños desaparecidos? ¡La vida y la sangre de todos ellos claman justicia!

Cuando una persona es arrebatada y su paradero ocultado, no solo se vulneran sus derechos más fundamentales, sino que se arranca una parte del tejido mismo de la comunidad. Las familias quedan destrozadas, sumidas en la incertidumbre y el dolor, y la sociedad entera se estremece ante la impunidad y el silencio que rodea estos crímenes.

En este día, es vital unirnos en un llamado a la acción, pidiendo a los gobiernos y a la comunidad internacional que se comprometan a prevenir las desapariciones forzadas, a investigar los casos existentes y a garantizar que los responsables sean llevados ante la justicia. La memoria de las víctimas y la búsqueda de la verdad son esenciales para honrar su legado y construir un futuro en el que se respeten los derechos humanos de todos.

No podemos permanecer indiferentes ante esta tragedia. Nuestro compromiso es con la dignidad humana, con la defensa de la vida y la libertad, y con la búsqueda incansable de la verdad. No es suficiente recordar; es necesario actuar, abogar por una justicia que restituya lo que fue arrebatado, que devuelva la voz a los que fueron silenciados y que asegure que estos crímenes no se repitan jamás.

 

 

Oficina de Prensa

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30 de agosto de 2024