Evangelio de hoy

Sábado de la 4° Semana de Pascua

San Matías, Apóstol

Evangelio según San Juan 15, 9-17

“No sois vosotros los que me elegisteis a mí sino yo el que os elegí a vosotros”

Jesús dijo a sus discípulos: “Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto. Este es mi mandamiento: ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así, todo lo que pidan al Padre en mi nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros”. Palabra del Señor.

Meditación

Hoy recordamos a San Matías, quien fue elegido por Dios para completar de vuelta la comunidad de los doce, luego de que Judas se suicidó. En Matías está nuestra respuesta que corresponde a la gratuita e inmerecida iniciativa de Dios hacia nosotros, personas frágiles, débiles y limitadas, pero llenas de ese amor de Dios para amar como Él nos amó. Envía por amor a su Hijo por y para los hombres (cf. Jn 3,16). El Hijo acepta llevar a cabo esta misión de amor para los hombres, enviando a los creyentes a llevar el mismo amor recibido al mundo y desde el creyente a través de Cristo llegamos al Padre. Jesús dice: “Así como el Padre me envió a mí, yo los envío a ustedes” (Jn 20,21); y el “así como”, hace referencia al tanto amor que brota del Padre hacia el Hijo y hacia nosotros, pues “Él nos amó primero” (cf. 1 Jn 4,10). El círculo de amor se completa cuando correspondemos plena y gratuitamente a ese amor recibido, amándolo incondicionalmente, pues amor con amor se paga.

Dar la vida por los amigos es la prueba suprema del amor. A los discípulos dice “amigos” porque les reveló todo desde lo más profundo, lo más secreto y hermoso les comunica. Sin comunión con Jesús no hay amor verdadero, y sin Él no se puede responder al Padre como Él quiere y nos pide. Los frutos son la alegría que regala Dios a sus discípulos y la plena confianza que genera el permanecer en Él, pues al ser creyente sabemos que todo depende de Dios (cf. Jn 13,3) y solo desde su gracia entramos en comunión con Él y con los hermanos. Así, la comunión será el fruto como signo visible del Amor de Dios entre nosotros. Sin el amor (presencia de Dios), es imposible la comunión.

Perdón Señor porque tantas veces nos cuesta ser agentes de comunión, sino más bien caemos fácilmente en la maledicencia y en la calumnia, dividiendo a la comunidad al descomponer la imagen del hermano. Ayúdanos a amarnos mutuamente, así como Tú nos amas y nos tratas como amigos dándonos a conocer tu intimidad, la misma Revelación. Gracias por amarnos tanto, por donarte todo para nosotros y capacitarnos para amar a los demás como Tú nos amas y; por darnos tanta alegría, pues sabemos que Contigo (Cristo) nace y renace la alegría (cf. EG 1). Amén.