Mensaje por el 211° aniversario de la Independencia Patria

HAGAMOS POSIBLE LA PATRIA SOÑADA

Hermanas y hermanos:

Acabamos de escuchar en el Evangelio sobre el mandato principal de nuestra fe y la identidad del cristiano: “Ámense unos a otros como yo los he amado; y por este amor reconocerán que ustedes son mis discípulos”.

Esta es la lectura que nos propone hoy la liturgia de la Iglesia, en feliz coincidencia con la fiesta patria de la Independencia Nacional. En su discurso de despedida, Jesús expresa con claridad cuál es la exigencia central de nuestra fe y la condición para ser considerados cristianos, es decir, seguidores e identificados con el Señor Jesús.

El amor que nos propone Jesús no es una idea romántica ni simplemente un sentimiento superficial. Se trata de amar como él nos amó, sin condiciones, sin exclusiones. Se trata, de un amor capaz de dar la vida por el otro. Un amor que implica sacrificio, dolor, renunciamiento y, de ser necesario, entregando la propia vida, como lo hizo Él en la cruz. La Independencia patria no será completa ni será posible sin este amor entre hermanos paraguayos similar al ejemplo de Jesús.

Alrededor del 90 por ciento de la población se declara cristiana, sean fieles de la Iglesia Católica, o de otras confesiones religiosas. La realidad social y política del Paraguay – sin embargo – nos interpela como cristianos. ¿Somos verdaderamente seguidores de Cristo y cumplimos su mandato de amor? Los síntomas sociales del Paraguay de hoy señalan que, somos un país marcado por la violencia en varias de sus formas, por la inequidad estructural: cientos de miles de paraguayos desde hace años se ven obligados a migrar porque en su patria no encuentran los suficientes recursos para el arraigo, otros viven en situación de pobreza extrema. La corrupción e impunidad como la epidemia avanza enfermando de muerte el tejido social. Las instituciones democráticas son débiles; la presencia y la acción del narcotráfico y del crimen organizado es cada vez mayor, inficionando y cooptando a las instituciones de la República. Su criminal acción se siente. Se padece. Está visible ante nuestros ojos, casi todos los días, la delincuencia en todos sus modos violentos o de guante blanco. El sicariato – que va en aumento – se practica sin pudor y a plena luz del día, segando vidas valiosas.

Un Paraguay así, duele, mucho, y lo somete a múltiples cadenas que lo mantienen cautivo y la  Patria Soñada puede convertirse en una pesadilla, la que requiere nuevos próceres patriotas para mantener y profundizar la gesta de la Independencia que recordamos hoy.

Por ello, invitamos a todos los ciudadanos y a todos los habitantes en el territorio nacional, cualquiera sea su nacionalidad, a que no permitamos que nos roben la alegría ni la esperanza, y que asumamos los desafíos para que nazca un nuevo Paraguay, tal como bellamente nos propone el poeta pilarense Carlos Miguel Giménez. Conocido como el poeta de la unidad nacional. Dice el poeta:

Fulgura en mis sueños una patria nueva
Que augusta se eleva de la gloria al reino

Es necesario – por tanto – proponernos, utopías dinamizantes, horizontes que orienten nuestro caminar juntos, en sinodalidad, hacia un nuevo país, verdaderamente independiente, para la felicidad de nuestro pueblo. Urge consecuentemente pensar, y soñar juntos, para despertarnos del sueño. (cómo nos decía el Papa Francisco hace 7 años que vino al Paraguay) Que por medio del diálogo y el consenso, podamos diseñar un proyecto de nación: el Paraguay que queremos y necesitamos.

Libre de ataduras nativas o extrañas
Guardando en la entraña su prenda futura.

Este párrafo de la canción apunta al corazón de la Independencia y plantea justamente pensar en un futuro distinto, que exige conversión profunda, aquellos cambios estructurales de lo que hablamos, que comienzan con cambios en la mentalidad, en las actitudes y en las prácticas culturales que obstaculizan la realización del bien común.

En un mundo globalizado e interdependiente, donde tenemos nula capacidad de incidir, necesitamos encontrar mecanismos que nos permitan minimizar el impacto de las “ataduras extrañas”. Estamos sintiendo que los juegos de poder económico y político en el escenario mundial nos afectan profundamente. Los intereses ideológicos,  políticos y, sobre todo, económicos de las potencias mundiales y regionales, en muchos casos, nos someten a “ataduras extrañas”.

Lo que sí está en nuestras manos es liberarnos de las “ataduras criollas” y que tienen que ver fundamentalmente con ignorar y despreciar el bien común en muchos casos. Trabajar por el bien común es una tarea a la cual todos estamos llamados y de cuya realización somos responsables para globalizar la solidaridad.

Patria que no tenga hijos desgraciados
Ni amos insaciados que usurpan sus bienes

El Paraguay de hoy tiene “hijos desgraciados”, porque, lamentablemente, existen amos “insaciados que usurpan sus bienes”. La corrupción, pública y privada, no deja de dañar nuestra confianza y de malgastar los recursos destinados a mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo, en especial de los sectores vulnerables, el campesinos e indígenas. Seguimos carentes, del bien común de la salud, de la educación, del alimento, de la tierra, del trabajo y el ingreso justo, de la vivienda, de servicios públicos de calidad y de políticas firmes y sostenidas que afiancen la equidad y el desarrollo integral para todos. Aunque algunos avances se han logrado en estos años.

Pueblo soberano por su democracia
Huerto con fragancias de fueros humanos

Nuestro sistema político – adoptado como identidad propia desde el advenimiento de la democracia – no está firme en el Paraguay, viéndose afectado por muchos factores. Hay signos de crecimiento en algunos sectores de la vida política, así como signos de estancamiento y retroceso. Se debilita el ejercicio de la autoridad cuando la eficacia, la idoneidad y la probidad moral de los que ocupan cargos no están a la altura de las exigencias. Los tres poderes del Estado, más todas las instituciones públicas, son los espacios claves donde se destraba y define el cambio para el crecimiento, el desarrollo, el bienestar y la paz social; ante ello todos los paraguayos debemos cuidar que la democracia se fortalezca y que las autoridades sean honestos servidores del bien común, gobernando en función de los derechos fundamentales; en el decir del poeta, que el país sea un “huerto con fragancia de fueros humanos.” (Ibídem).

Es un paraíso sin guerra entre hermanos
Rico en hombres sanos de alma y corazón

El mandato de Jesús es que nos amemos unos a otros. Como dice San Pablo: el amor es paciente y bondadoso; no tiene envidia ni orgullo ni arrogancia. No es grosero ni egoísta, no se irrita ni es rencoroso; no se alegra de la injusticia, sino que encuentra su alegría en la verdad (1 Cor 13,4-6).

Es necesario que veamos al otro como un hermano, incluso si piensa de una manera diferente de nosotros. La sociedad se caracteriza por la diversidad en todos los ámbitos; la diversidad enriquece, la homogeneidad empobrece, como señaló el Papa Francisco a los constructores de la sociedad paraguaya en julio del 2015. El amor de Jesús en nosotros crea puentes, enseña nuevos caminos, produce el dinamismo de la fraternidad (cfr. Francisco, mayo del 2019).

Con niños alegres y madres felices…

Hoy recordamos también el día de la madre. Saludamos y bendecimos a todas las madres de nuestra Patria. Las gloriosas mujeres paraguayas. La alegría de los niños y la felicidad de las madres nos desafía a cuidar y proteger la vida humana  en todas sus etapas de su crecimiento.

Nos alegra saber que en el Paraguay varias instituciones del ámbito público se han declarado pro vida y pro familia. Eso es muy bueno, pero insuficiente. Es necesario dar otros pasos. Les alentamos a traducir esa declaración de intenciones en gestos coherentes, así como en acciones y decisiones que favorezcan la defensa de la vida en todas sus etapas y las condiciones para el fortalecimiento de la familia con el acceso a condiciones de vida dignas con salud, educación, vivienda, empleo y seguridad, entre otros.

Cuidemos la familia, cuidemos nuestros niños, adolescentes y personas vulnerables de todo tipo de abusos. Expresamos nuestro dolor y firme repudio al abuso sexual contra menores e instamos a todos, nos incluimos como iglesia,  a la adopción de acciones preventivas y al acompañamiento a las víctimas. Hagamos que en todos los ámbitos de la vida social sean seguros para los menores y así hacer posible que los niños vivan alegres y las madres sean felices.

Patria donde haya voces de estudiantes
Promesas vibrantes de luz paraguaya.

La educación y la cultura son las claves para el desarrollo de las personas y de la sociedad. En Paraguay estamos en un proceso que busca la transformación de la educación.

Nuestra sociedad necesita aprender a resolver sus problemas con espíritu democrático, respeto de la pluralidad de opiniones, capacidad y competitividad para el trabajo. Debemos aspirar a una educación que renueve los valores sobre los que se construye la comunidad, que promueva la formación del juicio crítico y del discernimiento objetivo, para impulsar el proceso de madurez social, cívica y política.

Sueño en una patria sin hambre ni penas
Ni odiosas cadenas que empañen su honor

El Paraguay es un país bendecido. Produce alimento suficiente para satisfacer las necesidades de su población; es rico en recursos naturales. Sin embargo, cientos de miles de paraguayos pasan hambre y pena por las múltiples privaciones que sufren las familias empobrecidas.

Se observan zonas muy vulnerables de nuestra población. La pobreza y la precariedad son males en sí mismos; existen zonas de fractura del tejido social por la inequidad creciente en el acceso a oportunidades y al desarrollo por el acaparamiento de bienes por algunos pocos.

… donde el bien impere sin sangre ni luto

Preocupan hondamente el desarrollo del crimen organizado, del narcotráfico y de grupos radicales, embanderados con la violencia y adictos obtusos, al empleo de métodos contrarios a la libertad y la dignidad de las personas. Acompañamos la angustia y el dolor de las familias de Edelio Morínigo, Óscar Denis, Félix Urbieta, víctimas de esos grupos radicalizados, y que hasta hoy no saben qué ha pasado con sus seres queridos. Recordamos también a policías y militares que, en el cumplimiento de su deber, fueron víctimas de estos mismos grupos.

Apreciados compatriotas

El brutal asesinato del Agente Fiscal Marcelo Daniel Pecci Albertini conmociona al país. Este abominable crimen no debe ser considerado como un caso aislado, es una herida de muerte en el corazón de todos los paraguayos que buscamos vivir seguros, felices, con justicia y paz social. Este hecho criminal exige la adopción de todas las medidas legales de los organismos públicos para su pronto y total esclarecimiento; para que se identifique a sus autores morales y materiales, y para que se les aplique todo el peso de la ley.

La Iglesia sostiene que, para aumentar los niveles de la seguridad nacional, no se debe priorizar sólo, el aumento de las medidas legislativas o de las fuerzas del orden, sino de la atención adecuada a la población y de las condiciones de vida, salud, educación y trabajo; del cuidado de la dignidad de las personas, la equidad social y la justicia; el respeto de las garantías para el ejercicio de la libertad y que la ciudadanía a su vez cumpla sus deberes en pleno uso del ejercicio de sus derechos. Consideramos que son responsables de la seguridad nacional organizados, son los tres Poderes del Estado, incluidas las instituciones sociales, políticas y todos los ciudadanos involucrados.

Bajo su impoluto
Manto tricolor.

No se puede construir la República, la Nación y la Patria sin ciudadanos íntegros. A la luz del evangelio hemos de interpretar el sentido de la autoridad política, de la ciudadanía y de la democracia. Estos conceptos componen el cuerpo de una nación y el crecimiento de un pueblo. Así se debe gestar lo que llamamos el nuevo Paraguay. La Patria Soñada debe tener como base un proyecto país basado sobre la dignificación de la persona humana y el bien común, con una política nacional solidaria y fraterna, más allá de las ideologías e intereses partidarios y de grupos de poder.

En este orden, los actores sociales y políticos, en especial los cristianos, deben converger, en una mayoría significativa, en torno a algunos valores y objetivos centrales que permitan trazar un camino hacia un proyecto país coherente que mude las condiciones actuales de vida en una sociedad más justa.

En esta conmemoración de la Independencia patria, nos concentramos en aquellos valores estampados en el escudo y en el Himno Nacional: paz, justicia y libertad; unión e igualdad. La comprensión profunda de los valores propugnados en nuestros símbolos patrios y su implementación en cada instancia de la vida de la República contribuirán para el bienestar de la Nación y la implantación de la paz social.

Estos valores, al impregnar la conciencia del pueblo, ayudarán a realizar una verdadera República, garantizando la democracia en la justicia y en la paz.

El mensaje que entregamos hoy al Paraguay, a su pueblo y a sus autoridades, se inspira en la letra de esta canción que les invito a escuchar, sentir y actuar en consecuencia: Mi Patria Soñada.

¡Dios viva en nuestra Patria, Dios viva en cada hogar y en el corazón de cada paraguayo! María Santísima Virgen de la Asunción Asunción fundadora de esta gran nación¡ Ruega por nosotros. Viva el Paraguay!

 

+ Mons. Adalberto Martínez Flores

Arzobispo Metropolitano de la Santísima Asunción

Presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya

Asunción, 15 de mayo de 2022. Conmemoración de los 211 años de la Independencia Nacional