Evangelio de hoy

 MIÉRCOLES DE LA 2° SEMANA DE ADVIENTO

Evangelio según San Mateo 11, 28-30 

«Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré»

Jesús tomó la palabra y dijo: “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana”. Palabra del Señor.

Meditación

     Las creencias y el alivio de la esperanza. La fe judía, el espíritu griego y el derecho romano están como trasfondo a la obra sobre la creación, de San Ambrosio de Milán. Sobre todo, propone una visión psicológica y ética cristiana, una corrección a la cosmogonía pagana.

     “La utilidad de la tierra no va atribuida al calor del sol, sino que es debida a la misericordia divina, como afirma el profeta: Todo lo esperan de Ti, que les des alimento en el momento oportuno; si Tú se lo das, lo recolectan para sí, si Tú abres la mano serán colmados de todo bien (Sal 103, 27-28); y más adelante: Manda tu Espíritu y serán creados y renovarás la faz de la tierra (v. 30)”. Jesús dice: “Miren los pájaros del cielo, no siembran ni cosechan, y su Padre del cielo, los alimenta” (Mt 6, 26).

     El trabajo no es una maldición, sino que dignifica a las criaturas de Dios, incluso a la materia inerte, pero en movimiento: La luna tiene sus fases, el sol conoce su ocaso (Sal 103, 19). Con una visión mística lo refiere a Cristo y a la Iglesia: al llegar el tiempo de la pasión Cristo dice: Padre, llega la hora, glorifica a tu Hijo (Jn 17,1). Prosigue el santo: “Él sabía que mediante su “ocaso” proporcionaría vida eterna a todos sus hermanos, destinados al ocaso de la eterna muerte. La Iglesia también tiene sus “fases”, sus tiempos acotados: fases de persecución y fases de paz. Al igual que la luna ella puede esconderse, apagarse, pero no es así: puede verse envuelta en tinieblas, pero no se apaga”.

     La creación es visible e invisible, inmanente y trascendente, “durante las persecuciones disminuye, por la defección de unos pocos, pero la confesión de los mártires la pone llena y plena; en nombre de Cristo, se expande una luminosidad más grande de devoción y de fe” (IV, 6, 2.7). Es el mismo Verbo de Dios por quien fueron creadas todas las cosas, recapitula todas sus criaturas.

 

¡Bendice, alma mía, al Señor!

Bendice, alma mía, al Señor,

y todo mi ser a su santo nombre.

Bendice, alma mía, al Señor,

y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas

y cura todas tus enfermedades;

Él rescata tu vida de la fosa,

y te colma de gracia y de ternura.