Novenario a Nuestra Señora de la Asunción

Sexto día: “La paz, la justicia y la comunión como signos de esperanza”

En el marco del Año Jubilar – Peregrinos de la Esperanza, se celebró el sexto día del novenario en honor a Nuestra Señora de la Asunción, Patrona del Paraguay y Mariscala del Ejército Paraguayo. La Eucaristía fue presidida por el Pbro. Dr. César Nery Villagra Cantero, del Obispado de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, quien invitó a los fieles a reflexionar sobre el tema: “La paz, la justicia y la comunión como signos de esperanza”.

Un mensaje arraigado en la Palabra de Dios

El Pbro. Dr. César Nery Villagra Cantero, doctor en Sagrada Escritura, presentó un recorrido bíblico partiendo del libro del Deuteronomio (Dt 10,12-22), que recuerda las exigencias de la alianza entre Dios e Israel, y que llama a vivir la “circuncisión del corazón” como signo de una conversión interior auténtica. Moisés —destacó— exhorta a amar y servir al Señor, caminando en la justicia, especialmente en la atención a los más vulnerables: huérfanos, viudas y forasteros.

El Salmo 147 invitó a reconocer que Dios concede paz, prosperidad y alimento a su pueblo, mientras que el Evangelio según san Mateo (Mt 17,22-27) reveló la enseñanza de Jesús sobre la libertad de los hijos de Dios frente a las estructuras humanas, sin dejar de cumplir con las obligaciones sociales para no causar escándalo.

La paz: regalo de Cristo y compromiso cristiano

Subrayó que la paz, en el sentido cristiano, no es simple ausencia de conflictos ni evasión de los problemas. No se trata de un saludo de cortesía ni de un irenismo superficial, sino de un don de Cristo que transforma el corazón y que, al mismo tiempo, compromete a trabajar activamente por la justicia. “Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo” (Jn 14,27), recordó citando las palabras de Jesús.

La justicia que nace del Evangelio

También explicó que la justicia cristiana no se limita a lo que dictan las leyes humanas, pues estas son cambiantes y pueden ser imperfectas. La verdadera justicia —dijo— consiste en dar una respuesta recta a las exigencias de la relación con Dios y con el prójimo, según la voluntad divina manifestada en las Sagradas Escrituras. “Los que procuran la paz siembran en paz frutos de justicia” (Sant 3,18), afirmó, destacando que esta virtud es la puerta de entrada al Reino de los Cielos.

Comunión: fruto de la paz y la justicia

Definió la comunión o koinonía como una unidad que se edifica sobre la verdad y que no puede nacer de la mentira, las manipulaciones o las medias verdades. “Toda forma de mentira tiene raíz diabólica”, advirtió, indicando que la comunión se vive en la armonía de la diversidad, con respeto, servicio, humildad y fidelidad a los valores evangélicos. No es uniformidad ni pensamiento único, sino participación y amor en acción.

Un camino de esperanza que no defrauda

En su mensaje final, el sacerdote dejó una exhortación a vivir estos tres pilares como testimonio de fe: “Estos tres valores fundamentales (paz, justicia y comunión) nos abren el camino de la esperanza, una esperanza que no defrauda porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones y Cristo, con su muerte y resurrección, nos ha justificado, nos ha hecho partícipes de la salvación eterna, es decir, de su justicia, de su paz y de su comunión” (cf. Rom 5,5-11).

Con este llamado, el sexto día del novenario concluyó recordando que la verdadera esperanza cristiana se nutre del amor de Dios, vivido y compartido en la vida diaria como un compromiso personal y comunitario.