SANTA MISA
Sábado 20 de septiembre de 2025
HOMILÍA
Confirmación – Parroquia Arcángel San Miguel (Luque)
Queridos jóvenes, hoy es un día de fiesta para toda la Iglesia y para esta comunidad de San Miguel Arcángel. Ustedes reciben el sacramento de la Confirmación, que no es solo una tradición o un requisito, sino un regalo grande de Dios. Con el Santo Crisma, el Señor les unge y les da la fuerza del Espíritu Santo con sus siete dones: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Estos dones son como herramientas que van a necesitar para caminar firmes en la vida cristiana, p…
San Pablo nos dice en la carta a los Filipenses (3,13-14): “Olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está delante, corro hacia la meta, al premio al que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús.” La vida cristiana es como una carrera en un estadio. Pero no corremos por fama ni por dinero, sino por la gloria de Dios y el bien de los hermanos. No corremos para ser los primeros en ganar, sino para ser los primeros en servir. Esa es la verdadera victoria: vivir como testigos de Cristo.
También sabemos que hay jóvenes que se cansaron en la carrera de la vida, que no resistieron en el fragor de la lucha. Algunos quedaron atrapados en vicios, pecados, libertinajes; otros sufrieron desilusiones y se sintieron aplastados por los problemas. No los miramos con juicio, sino con compasión. La Confirmación que reciben ustedes es una invitación a ser misioneros de esperanza, para levantar a los caídos, animar a los que están tristes y acompañar a los que sienten que han perdido el rumbo.
El Evangelio de este domingo nos habla del administrador astuto (Lc 16,1-13). Este hombre supo moverse rápido para asegurar su futuro. Jesús no aprueba su deshonestidad, pero nos muestra que fue decidido e ingenioso. Y nos dice: si los hijos de este mundo son tan vivos para lo que pasa, ¡cuánto más debemos ser los hijos de la luz para lo que permanece! Así también nosotros tenemos que ser “astutos” para cuidar nuestra fe, para no perder el regalo que Dios nos dio, para administrar bien nuestros talentos …
Queridos jóvenes, ustedes son la primavera de la Iglesia, pero esa primavera florece gracias a las familias. Padres y madres tienen la gran misión de sembrar la fe en sus hijos. Peẽ sy ha túva, peẽ voi pehupyty va’erã pene memby jerovia rehegua. Ustedes son los primeros catequistas, los que enseñan a rezar y a caminar en la fe. Cuando en la casa hay diálogo, amor y perdón, florece la vida familiar. Pero cuando se pierde el diálogo, cuando ya no hay escucha ni reconciliación, ente los esposos y los hijos, la espiritualidad matrimonial y familiar se resiente.
El perdón y la comunicación son como el aire y el agua en la vida del hogar: sin ellos, el amor se asfixia y se seca. El resentimiento, el silencio prolongado o la falta de escucha abren heridas que enfrían la relación de pareja y dañan también el corazón de los hijos.
Los padres son custodios de sus hijos. Su tarea es protegerlos contra todo lo que les puede hacer daño. Sabemos que hoy hay muchas amenazas: abusos de todo tipo, engaños, ideologías que confunden, tentaciones que apartan de la fe. Con dolor vemos que muchos niños, niñas y adolescentes menores de edad han sido lastimados, incluso en sus propias casas, y que algunos han sufrido tragedias muy grandes, como la violencia, el infanticidio o el feminicidio.
La espiritualidad matrimonial se fortalece cuando la familia se reúne a rezar junta, alrededor de su pequeño altar en la casa. Allí, unidos como familia, piden a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo la fuerza para ser leales y perseverar en la misión que el Señor les dio: la vocación de ser verdaderas familias cristianas fieles, administradoras del don de Dios, del sacramento del matrimonio.. Ñembo’e hína upe mba’e omombaretáva ñande rogaygua.
Queridos jóvenes, la Confirmación es el inicio de una gran carrera espiritual. Habrá obstáculos, tentaciones y caídas, pero el Espíritu Santo les dará la fuerza para levantarse siempre. El verdadero triunfo no es ser los primeros en lo material, sino alcanzar juntos la meta de la vida eterna en Cristo. Y si algún hermano se queda atrás, el Espíritu nos impulsa a volver, tenderle la mano y ayudarlo a seguir caminando, porque en esta carrera cristiana ganamos cuando llegamos todos juntos a la meta.
Que el Arcángel San Miguel, patrono de esta parroquia, los defienda siempre, y que el Espíritu Santo los mantenga firmes, valientes y generosos en el servicio. San Miguel Arcángel, eñangareko orerehe, ñandéve pytyvõ ñande jerovia rapepe.
Amén.
Adalberto Card. Martínez Flores
Arzobispo de Asunción
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