Evangelio de hoy
MIÉRCOLES DE LA SEMANA 27ª DEL TIEMPO ORDINARIO
Evangelio según San Lucas 11, 1-4
“Padre, santificado sea tu Nombre”
Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos”. Él les dijo entonces: “Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación”. Palabra del Señor.
Meditación
Hoy la reflexión es un poco larga, ya que vamos a meditar, a contemplar, la oración por excelencia, la oración que el mismo Jesucristo nos dejó y que, muy probablemente, rezamos casi todos los días, pero, quizás, pocas veces nos detenemos a desgranar sus palabras. Y quizás les lance una pregunta: ¿cuántas peticiones tiene el padrenuestro?
Les digo la respuesta: siete peticiones. Vamos a desgranar un poco esta gran oración.
Y les invito a que lo hagamos como los apóstoles: ‘Maestro, enséñanos a orar’. Muchas veces vamos buscando muchas formas de oración, diferentes métodos, buscando libros, incluso escuchando diferentes podcasts, audios. Pero si oráramos con el padrenuestro, pues es la oración más completa, más bella y es la oración que el mismo Cristo nos dejó.
Padre nuestro: nadie es huérfano. Tenemos un Padre que vela por todos y cada uno de sus hijos. Cuánta seguridad, cuánta esperanza nos debe de dar el simple hecho de elevar los ojos al cielo y decir Padre nuestro.
Santificado sea tu nombre: Dios está en todas partes. Depende de cada uno de nosotros el reconocerle y reconocer su santidad. Santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino: ¿Qué reino le pido? Un reino de amor, de justicia, de paz, de amistad, de misericordia. Y eso es lo que decimos. ¿Quién es este reino? El mismísimo Cristo, Maranathá, ¡Ven, Señor Jesús! Si queremos que Cristo entre en nuestro reino, tenemos que hacer una limpieza profunda de nuestro corazón, como nos invita San Pablo: no dejes que el pecado entre en tu vida. Porque queremos que el reino de Cristo, ese reino de amor, de paz, de justicia entre en mi reino.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo: obediencia. Hay que obedecer lo que Cristo nos pida, lo que el Señor nos pida. Y aquí, pues obviamente, los diez mandamientos, los Sacramentos, pero nunca estemos satisfechos, siempre podemos dar un poquito más, siempre podemos corresponder un poquito mejor. Y es difícil, es difícil obedecer, porque a veces vamos por el mundo quejándonos de todo y de todos; siempre queremos más de esto, menos de aquello. Pero si consiguiéramos no refunfuñar tanto, esa debe ser la actitud cotidiana, lo que el Señor quiera, como Él lo quiera, como Él lo disponga, obedecer y hacerlo con una sonrisa.
Danos hoy nuestro pan de cada día: Lo que necesito hoy para ser feliz, mañana será otro día; ayer ya pasó, mañana no sé si lo voy a tener, pero darme hoy lo que necesito para ser feliz. Dame hoy lo que necesito para responderte con amor. Dame hoy lo que necesito para ganarme el cielo. Danos hoy lo que necesitamos para enfrentar el día.
Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden: A veces perdonamos, pero no olvidamos. Nos vamos arrastrando, vamos arrastrando el rencor, el sentimiento: él me dijo, ella me dijo; él me miró, él no me miró; me llamó, no me llamó. Al olvidar y no perdonar, etiquetamos a las personas, no les damos la oportunidad de cambiar y seguimos persiguiendo sus defectos o sus faltas. Perdonar es volver a confiar en esa persona.
No nos dejes caer en tentación: tentaciones están por todos lados, no las tenemos que ir a buscar. No nos dejes caer en tentación, no caer es un deseo del corazón. Todos los días tenemos que hacer una opción, una decisión y eso es, amar más. Al toparte con una situación difícil y tengas que elegir, siempre la clave es elegir lo que requiera más amor.
Y líbranos del mal: Caminar siempre conforme a lo que hemos sido llamados; el bautizo siempre nos invita a ir a más, amar más y amar mejor. Comportarnos a la altura de quien somos, hijos de Dios y de quien representamos, representamos a Dios, a la Iglesia.
Nunca caminar por sendas obscuras, caminar más bien, por el camino de la verdad, del amor, de la justicia, de la paz, recordando que Cristo es el camino, la verdad y la vida. Hoy te invito a rezar un padrenuestro pausadamente.
Relacionados
- Actividades y Misas
- Campañas
- Carta Pastoral
- Catedral Metropolitana
- Catequesis
- Causa Monseñor Juan Sinforiano Bogarín
- Comunicación
- Comunicados
- Comunidades Eclesiales de Base
- Congreso Eucarístico 2017
- Congreso Eucarístico Arquidiocesano
- Decretos y Resoluciones
- Destacada
- Diaconado Permanente
- Educación
- Educación y cultura Católica
- El Evangelio de Hoy
- Evangelio en casa día a día
- Familia y Vida
- Familias
- Historia
- Homilías
- Instituto Superior San Roque González de Santa Cruz
- Juventud
- La Iglesia en Misión
- Liturgia
- Mes Misionero Extraordinario
- Movimientos Laicos
- Noticias del país y el mundo
- Orientaciones Pastorales
- Parroquias
- Pastoral de la vida
- Pastoral Social Arquidiocesana
- Santoral del día
- Semanario Encuentro
- Sin categoría
- Sínodo
- VISITA PAPAL
- Vocaciones y ministerios