MATER POPULI FIDELIS

María, Madre del Pueblo Fiel

Orientación pastoral sobre algunos títulos marianos

 

Queridos hermanos y hermanas:

En estos días ha surgido una Nota del Dicasterio para la Doctrina de la Fe sobre algunos títulos que se aplican a la Virgen María, especialmente sobre su cooperación en la obra de la salvación. ver aquí

Como pastores, nuestro deber es ayudar a comprender con claridad este documento, para que crezca nuestra fe y nuestro amor hacia la Madre de Dios.

La primera cosa que debemos afirmar con serenidad es esta:

A la Virgen María no se le quita nada. Sin embargo, al mismo tiempo no debemos agregarle lo que ella misma no quiso para sí.

El documento es una respuesta a muchas consultas que llegaron a la Santa Sede. Su intención es aclarar el verdadero lugar de María en el plan de Dios, para que no nos confundamos sobre el papel único de Jesucristo como único Mediador y Redentor.

  1. María, Madre del Pueblo Fiel

María es tesoro de la Iglesia. Ella es refugio, fortaleza, ternura y esperanza para nuestro pueblo creyente. Fue la primera en recibir a Jesús en su seno y en decir un “Sí” total al plan de Dios.

Su lugar es único, precioso e irrepetible. Todo lo que María es, lo es por su Hijo Jesucristo.

 

  1. Su cooperación en la obra de Jesús

La Iglesia enseña que María cooperó en la obra de la Redención porque con su fe y obediencia aceptó ser la Madre del Salvador. Sin embargo, esta cooperación siempre es subordinada a la de Cristo.

La claridad de los santos, como San Agustín, nos ayudan a llamarla “colaboradora” o “cooperadora”, no corredentora, ya que decir “corredentora” puede llevar a pensar equivocadamente que María está al mismo nivel que Jesús, y eso no es correcto ni verdadero, ella nunca lo pidió.

            María misma se encarga de señalar a su Hijo:

  • “Hagan lo que Él les diga” (Jn 2, 5).
  • “Proclama mi alma la grandeza del Señor” (Lc 1, 46).

 

Ella no se pone en el centro. Ella nos lleva al centro, que es Cristo.

 

  1. Cristo es el único Mediador

La Biblia lo dice con claridad: “Hay un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo” (1 Tim 2, 5-6).

María intercede por nosotros, como Madre, pero lo hace siempre dentro de la única mediación de Cristo.

Así lo vemos en las bodas de Caná, cuando intercede: “No tienen vino”.

Su corazón de Madre no deja de acompañarnos. Ella sigue presentando nuestras súplicas a su Hijo.

 

  1. Los milagros y la intercesión

Dios es la única Fuente de la gracia y de los milagros. María y los santos interceden, es decir, piden por nosotros. Pero quien concede la gracia es Dios.

Esto fortalece nuestra fe: no rezamos a María en lugar de Jesús, sino que le pedimos que nos lleve a Él, como Madre que acompaña.

 

  1. María no pierde nada cuando la entendemos bien

El documento nos recuerda que no darle títulos inapropiados no disminuye a María.

Al contrario, la presenta en su gloria verdadera: sierva humilde, llena de gracia, totalmente entregada a Dios.

Ella es Madre del Pueblo Fiel, Madre de la Iglesia y Madre nuestra.

Intercede, acompaña, abraza, sostiene, inspira.

Y con su ejemplo nos dice cada día: “Miren a mi Hijo. Él es el Camino.”

 

Conclusión

Amemos a María con todo el corazón.

Recemos el rosario.

Acudamos a ella en las dificultades. Y, sobre todo, dejémonos conducir por ella hacia Jesús, nuestro único Salvador.

Que María, Madre del Pueblo Fiel, nos cuide bajo su manto y nos recuerde siempre:

Cristo es nuestra Paz, nuestra Esperanza y nuestra Salvación. 

 

 

                            Dirección de Comunicación y Oficina de Prensa

                                 Arquidiócesis de la Santísima Asunción.