Semanario Encuentro
CHIQUITUNGA – INTERNACIONALES
Religiosa Carmelita, será la primera beata del Paraguay
Por Pbro. Federico Mernes
María Felicia de Jesús Sacramentado, religiosa carmelita descalza fallecida en 1959, se convertirá el 23 de junio en la primera beata paraguaya. El Papa Francisco sigue de cerca la beatificación de Chiquitunga.
Recorro 223 km para encontrarme con Koki Ruiz. El artista del Papa y ahora de Chiquitunga. Nos cruzamos. Él va para Asunción. Esta es la capital del Corazón de América, como es conocido nuestro país, Paraguay.
Resulta que el 28 de abril de 1959, un mes antes de que yo nazca, muere una tía mía monja carmelita. 59 años después será elevada a los altares. Leyendo su biografía me entero de que ¡mi abuelo fue su padrino de Bautismo!
Chiquitunga recibe ese nombre de su papá por ser un poco menudita. Era la mayor de siete hermanos, provenía de una familia tradicional, de buena posición y educación. De niña destacó por su piedad e inclinación a las obras de caridad. De joven adscribe a la Acción Católica siendo muy activa. Una biografía dice “formada y formadora en la Acción Católica”. Efectivamente, primero aprender y después dar. Ingresó a los 16 años y saldría de esa asociación solo para entrar al Carmelo.
T2Os era su lema, parece una fórmula química, pero era un recordatorio de “Todo te ofrezco Señor”. Hoy se pone esta frase en internet y remite a la futura beata, que quiso entregarse plenamente a Dios. Estuvo activando en la Acción Católica por más de diez años. Aunque confundida sobre si su camino era el matrimonio o la vida consagrada.
Responde a la vocación
Entre medio hay una historia de amor humano. Se enamora de un médico, también de la Acción Católica, cuyo padre era árabe –de apellido Saua-, de religión musulmana. Un noviazgo muy espiritual. Rezando, charlando y llorando los dos toman la decisión de entregarse plenamente a Dios: ella en el Carmelo y él en el seminario para ser sacerdote. Con esta separación se realizaba una vez más su anhelo de entregárselo todo al Señor, como ella misma lo había deseado: “¡Qué hermoso sería tener un amor, renunciar a ese amor y juntos inmolarnos al Señor por el ideal!”
Chiquitunga encontró una gran oposición en su padre. Aunque ya contaba con la mayoría de edad no se fue al convento hasta los 30 años, para no disgustar a su padre. Comentaba antes de entrar: “Yo hago lo contrario de Jesús: viví treinta años de vida pública y ahora comienzo mi vida oculta”. Efectivamente sólo a los 30 años llegaría a cumplir su deseo de hacerse monja de clausura.
Buscó la santidad en ese nuevo camino y adopta también un nuevo nombre para su misión: María Felicia de Jesús Sacramentado En una oportunidad le dijo a la madre superiora “Si es que he de ser mediocre, intercede por mí ¡y haz que muera!”
Preguntando a la hermana superiora actual: “¿Qué significa para usted y para la comunidad la Beatificación de Chiquitunga?” Responde:
Es un compromiso muy grande ya que con la beatificación de nuestra Hna. María Felicia la Iglesia una vez más nos confirma el valor que tiene la vida contemplativa dentro de la Iglesia. Significa que hoy podemos ser santos en cualquier lugar y circunstancias en que vivamos. Para la comunidad es un motivo de alegría, de agradecimiento por elegir a uno de sus miembros para ser Luz en medio de nuestra Iglesia, y eso nos llena de inmensa gratitud.
“Yo le cedo”
Pasará cuatro años “tranquilos” y muy felices en el claustro. Todavía viven dos religiosas que la conocieron. Nos cuentan que era muy agradable, hacía chistes, muy alegre y muy espiritual. Cuando las dos queríamos hacer las mismas cosas, ella decía: “Yo le cedo”. Tenía mucha caridad; era muy servicial, quería ayudar a todas; decía que quería más tiempo para ayudar. Por su parte la Madre Teresa Margarita también da su testimonio acerca de ella: “Su año de Noviciado lo pasó como era de esperar de su generosa alma para con su Dios: no negándole nada de cuanto el Señor le pedía; así que no había dificultad en que nuestra Comunidad la admitiera a la Profesión simple, que tuvo lugar el 15 de agosto del 1956”.
Por su vida en el mundo y en el convento vemos que era una mujer de su tiempo: muy del mundo y muy de Dios.
Pero el último año, teniendo 34 años, vino la dura prueba de la enfermedad. Una afección del hígado que luego se complicó con la sangre le llevó a un desenlace fatal.
Abandono en Dios
Vivió sus últimos días con total abandono a la voluntad de Dios. Antes de entregar su espíritu al Señor pide que le lean el poema de Santa Teresa “Muero porque no muero”, con el rostro muy alegre escuchaba y repetía el estribillo “Que muero porque no muero”. Se dirige a su padre y le dice: “Papito querido, soy la persona más feliz del mundo; ¡si supieras lo que es la Religión Católica!”; y agrega, sin borrarse la sonrisa de sus labios: “¡Jesús, te amo! ¡Qué dulce encuentro! ¡Virgen María!”
Como consecuencia de este acontecimiento hay mucho más movimiento de lo habitual en torno al convento, nos dice la Superiora que “requiere actividades extras, por decirlo así, como atender a las personas que vienen a compartir sus testimonios, o a los medios de comunicación que desean saber más sobre ella, o esporádicamente grupos de jóvenes que llaman a nuestra puerta para saber sobre ella”. Hay que decir que los conventos de Carmelitas están llenos en Paraguay. Hay vocaciones jóvenes. Están en cinco ciudades del país.
El Papa admira a la mujer paraguaya y se suele referir a ella como “gloriosa”. Le pregunto: “Chiquitunga ¿encarna esa figura?”
Desde luego que Chiquitunga encarna esta figura, ya que Chiquitunga desde su ser de mujer que supo amar, donarse, olvidarse de sí misma por los demás, supo sacrificarse sin rendirse a nada por un bien mayor: La salvación de las almas, así como dice el Papa, como las gloriosas mujeres paraguayas.
El ideal de Cristo y la entrega
Chiquitunga es cercana en el tiempo y en sus actividades, por eso su figura y futura beatificación puede significar mucho para el país. Continúo con la Superiora: “¿Qué le dice a la sociedad paraguaya la figura de Chiquitunga?”
Chiquitunga nos dice que hoy podemos llegar a ser santos, si vivimos con pasión un Ideal, en el caso de ella su deseo de que todo se sature de Cristo: Cristo, su Iglesia, los hermanos fueron su Ideal.
Nos dice que podemos ser felices entregándonos a los demás,
Olvidándonos de nosotros mismos por el bien de los demás.
Nos dice que vale la pena: Ofrecerlo todo, aún lo más preciado.
Nos dice que se puede ser feliz en una vida sencilla, alegre, y dándonos en todo momento.
En estos días se ha publicado la nueva Exhortación apostólica del Papa, Gaudete et exsultate, sobre la santidad de los fieles corrientes. Qué oportuno hablar de santidad y tener una figura. Con motivo de la beatificación han surgido innumerables iniciativas. La más importante es la del artista plástico Koki Ruiz. Me acaba de llegar también un whatssapp de Renato, concertista de guitarra clásica que me cuenta que están preparando un documental sobre Chiquitunga.
El milagro
Un matrimonio de sordomudos; ella queda embarazada: llegan al Centro de Salud en un lugar recóndito del país, muy precario. Casualmente hay una enfermera que entendía el lenguaje de señas. Le atendió la obstetra, al ver la situación del bebé “me apoyé sobre la pared, abrí mis brazos, cerré mis ojos y pedí con mucha fe la intercesión de Chiquitunga ante Dios” dice. Después de todos los trabajos de reanimación y las oraciones pidiendo por la salud del recién nacido, finalmente a los 30 minutos el bebé empezó a tener su primera respuesta cardiorrespiratoria con una respiración profunda, siendo ese su primer signo vital.
Lo pude ver y escuchar, hace unos meses, en una misa en honor de la futura beata. Con 15 años, totalmente normal, sin ninguna discapacidad. Cursando el 9° grado de colegio, el correspondiente a su edad.
Pero aquí no termina todo.
Los restos de Chiqutunga estaban en el panteón de la familia. Después de un tiempo se decidió trasladarlos al convento. Estaban en un lugar hasta que casualmente fue llamado el Dr. Elio Marín para atender a una monja. Le comentaron que tenían los restos de Chiquitunga, y que este desprendía un olor desagradable. Lo examinó y se encuentra con el cerebro petrificado. Me explica personalmente que se había interiorizado en el motivo del fallecimiento de Chiquitunga. Desde el punto de vista médico, ese cerebro se tendría que haber desintegrado en los primeros días, teniendo en cuenta la enfermedad y el calor que tenemos en estas tierras.
Actualmente se tiene en una capilla, que está abierta al público, para que los devotos puedan acercarse a rezar.
La hermana Yolanda, que la conoció comenta: oí decir a la Madre Teresa Margarita, cuando supo que el cuerpo de la Hna. María Felicia permanecía incorrupto más tiempo que lo normal, que quizás Dios quería glorificarla, pues había sido una religiosa muy virtuosa.
Opinión
Alegre y servicial
Conocí a la Sierva de Dios María Felicia de Jesús Sacramentado (Chiquitunga) en mi adolescencia, cuando yo integraba la sección de Pequeñas de la Acción Católica de la Parroquia de San Roque y ella era delegada arquidiocesana de Pequeñas.
La vi actuar en concentraciones de Pequeñas y en algunos encuentros de la Acción Católica. Ingresé en el monasterio de Carmelitas descalzas de Asunción dos años después de su muerte.
Aquí pude constatar con sorpresa cómo su recuerdo permanecía tan vivo dentro de la comunidad. Me llamó la atención la frecuencia con que las hermanas hablaban de ella, recordando su exquisita caridad fraterna, su alegría, su abnegación.
Relataban sus innumerables anécdotas, impregnadas de sano humorismo. Yo no conviví con ella, pero oí decir a las hermanas que fue obediente, muy caritativa, humilde, servicial y que siempre se mostraba alegre, tratando de alegrar a la comunidad en todo momento, utilizando para ello los dones naturales con que el Señor la dotó.
Ella estaba siempre para todas, sabiendo perdonar, disculpar, acoger, etc. Conversé con ella la víspera de su ingreso en el Carmelo. Estaba serena, con su sonrisa habitual, y entre otras cosas recuerdo que me dijo: “Yo hago lo contrario de Jesús: viví treinta años de vida pública y ahora comienzo mi vida oculta”. Asistí a alguna concentración de Pequeñas de la Acción Católica que ella organizaba. Rebosaba alegría, entusiasmo.
De sus veladas en la Comunidad quedan numerosos recuerdos. Chiquitunga nos dice que hoy podemos llegar a ser santos si vivimos con pasión un ideal, en el caso de ella su deseo de que todo se sature de Cristo: Cristo, su Iglesia, los hermanos fueron su ideal. Nos dice que podemos ser felices entregándonos a los demás, olvidándonos de nosotros mismos por el bien de los demás.
Rosarios para Chiquitunga
Koki Ruiz, autor del retrato
El artista Koki Ruiz trabaja en el retrato de Chiquitunga que se expondrá en su beatificación. Un retrato elaborado con rosarios. El Papa Francisco ha donado el rosario que usó en Paraguay.
Su nombre y su obra están ligados al rescate cultural de la bella tradición religiosa de Semana Santa en el pueblo de Tañarandy, de San Ignacio Misiones, Paraguay. Una tierra evangelizada desde muy antiguo por los misioneros jesuitas en su extraordinaria experiencia de la época colonial en Sudamérica. La creatividad y el trabajo tesonero de Koki Ruiz con la comunidad donde vive, en el interior de la nación guaraní, ha convertido a esa región en un atractivo turístico, donde cada año miles de personas peregrinan para apreciar las representaciones de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Ahora está encargado de una obra dedicada a Chiquitunga, María Felicia de Jesús Sacramentado, la futura primera beata paraguaya.
El retablo de maíz y cocos
Koki Ruiz fue el autor del famoso retablo que despertó la admiración de los peregrinos durante la visita del Papa Francisco a Paraguay, acaecida en julio de 2015. El retablo preparado por Koki para la misa de aquel domingo 12 de julio en Ñu Guasu (Campo Grande, en guaraní) tuvo una base de 40 metros por unos 20 metros de alto y fue adornado con productos agrícolas del país. Se utilizaron 32.000 espigas de maíz, 200.000 cocos y 1.000 calabazas. El artista fue ayudado en aquella ocasión por 22 personas, entre artistas, herreros, carpinteros y electricistas. Pero además, todas las personas que se acercaron días antes de la misa, tuvieron la oportunidad de escribir mensajes en los cocos del altar. Muchos de esos pedidos fueron por la beatificación de Chiquitunga, la muy querida hermana carmelita, cuyo cerebro se encuentra incorrupto y a quien muchos paraguayos le tienen gran devoción.
El artista señala que “Tañarandy comenzó como arte creativo en 1992 y ahora lo que busca es llegar a la piedad popular…Anteriormente se discutían temas de ideologías y se mezclaba con la religión el marxismo, la teología de la liberación… Pero hoy lo que se busca expresar es la religiosidad que es creer por creer sin necesidad de reflexión. Yo me preocupo para que lo de Tañarandy se viva con espiritualidad y que no sea una cuestión de turismo nada más… La piedad popular se transmite de los padres a los hijos y a los nietos eso es lo que tenemos que cuidar, porque, o si no, vamos a ser como Europa que sólo hace turismo de lo religioso”…
Origen y fe
Al observar las obras de Koki uno se pregunta sobre el origen de esta peculiar vivencia del arte en este paraguayo que se declara “enamorado de Chiquitunga”, la próxima beata paraguaya. Al respecto Koki nos comenta:
“Comenzó a gustarme el arte cuando les acompañaba a mis hermanas a clase de pintura con las monjas vicentinas, casi desde los tres años, era como un alumno más, bueno ´alumna´ porque eran todas mujeres. Después me gustaba dibujar y hacía las carátulas de los cuadernos escolares de mis compañeras, las mías eran feas, no estaba bien visto entre los varones dibujar bien.
Después me fui a Obligado a estudiar y había un club de arte. Había un profesor, sacerdote, que fue el que me acompañó”. Viendo las constantes innovaciones que Koki y su grupo creativo de Tañarandy introducen cada Semana Santa, sin dejar por ello de rescatar la tradición de los actores religiosos del lugar, además de lo que ha ideado artísticamente para celebrar la beatificación de Chiquitunga, es inevitable la pregunta sobre la fe y su experiencia en ese sentido. Koki contesta con total sencillez:
“La fe la tengo de mi mamá, después pasé por una etapa de dudas. Un sacerdote decía toda fe tiene que pasar por la duda para llegar a la convicción. Son etapas de la vida. Ahora puedo decir que volví a la fe de mi madre”.
“Cuenta lo que se queda en el corazón, eso es lo que vale”
“Me preguntaron que significó la visita del Papa. Mi única intención era que le vean al Papa las 20 personas que me ayudaron a hacer el retablo, en varios momentos se intentó pero no se podía… Lo que me marcó fue cuando estábamos haciendo los últimos detalles ya no se permitía que se interrumpiera, pero había una hermana carmelita muy mayor con una monja joven, le dije al guardia que la dejara pasar y le pedí que pasara a ver el retablo. Ella dijo: “yo no quiero ver el retablo lo que quiero es besar su mano”… Y eso me emocionó y fue lo que más me tocó. Ellas que están encerradas por otros, ellas son santas… Yo le pedí a la religiosa para grabar ese encuentro y ella me respondió que una vez le dijo un indio que no hay que grabar, se cuenta lo que se queda en el corazón, eso es lo que vale”, recuerda Koki.
Los rosarios de Chiquitunga, tras cada uno hay una historia
“Mi primer contacto con Chiquitunga fue una señora muy devota de ella. Cuando estaba haciendo el retablo del Papa vino a poner nombres en los cocos de 20.000 personas, ella escribía y teníamos que cerrar y seguía escribiendo y pidiendo por la beatificación de Chiquitunga, al final ella me regaló dos libros de Chiquitunga que yo guardé.
Luego me llamaron de las Carmelitas pidiéndome que hiciera algo para la beatificación, me acordé de esos dos momentos: de la señora que escribía y la monja que quería besar mi mano. Leí los libros y me impactó, me enamoré de Chiquitunga, la sublimidad de ese amor, ella se me hizo muy cercana. Leí sus diarios íntimos y ese entregarse para rezar siempre por los demás y a veces ese diálogo con Dios de ´todavía le amo pero todo te entrego a ti Dios´, es la entrega, es pasar por ese amor humano y hacerlo más sublime por Él, por Dios y así me fui enamorando de Chiquitunga”.
Al final, nos atrevemos a preguntar al artista paraguayo cómo quiere ser recordado y la respuesta de Koki de nuevo remite a la sencillez de su pueblo insertado en el profundo corazón de Sudamérica, en ese país que alguna vez fue descrito como una “isla rodeada de tierra”, pero que hoy está mostrando mediante Chiquitunga, Koki y otros hijos de esa patria, el resplandor de su belleza natural.
“No quiero responder, lo que me interesa es que lo que haga me haga mejor persona, como me recomendaba un sacerdote. La obra es todo el proceso, todo lo que pasa hasta llegar al final. Lo importante es lo que te deja la obra y lo que transmitís.
Detrás de cada rosario hay mucha historia. Recuerdo uno que cuando trajo su rosario dijo que ese rosario salvó dos vidas “la de mi esposa que tenía cáncer y la mía que si se moría mi esposa yo me moría”…“Mi hija murió hace 20 años y yo le pedí a Chiquitunga, pero no se fue, ella siempre me abraza”… y vino con varios amigos a hacer 700 rosarios.
La otra mujer me entregó un rosario y una carta que decía… “yo me encomendé a Chiquitunga por la enfermedad de mi hijo; él falleció hace 20 años, pero Chiquitunga sigue siendo mi compañía y mi consuelo a pesar de la ausencia de mi hijo”. Otra señora me entregó 700 rosarios que con sus conocidos se pusieron a rezar y a hacer ellos mismos esos rosarios. Ella me dijo: “Mediante estos rosarios que juntamos y rezamos pude paliar el enorme dolor de la muerte de mi hija y siento que Chiquitunga me da mucha paz”.
En Tañarandy la celebración de Semana Santa de este año alrededor de lo de Chiquitunga fue más espiritual, la gente como que vino a buscar y a pedir algo. Chiquitunga era un instrumento de Dios para acercar a la gente a Dios.
Recuerdo que mi mamá me dijo una vez cuando fue el segundo año de Tañarandy: ´Vos tenés mucho talento, ese es un regalo de Dios y el peligro es la vanidad. Tu oración de todos los días tiene que ser de humildad.”
FUENTE
Revista Palabra
www.revistapalabra.es
Arturo Soria, 288, Semisótano Izquierda (28033) Madrid
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