Evangelio de hoy
Lunes de la 12ª Semana del Tiempo Durante el Año
Evangelio según San Mateo 7, 1-5
“Saca primero la viga de tu ojo”
Jesús dijo a sus discípulos: “No juzguen, para no ser juzgados. Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes. ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: ‘Deja que te saque la paja de tu ojo’, si hay una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano”. Palabra del Señor.
Meditación
En todo el discurso del Sermón de la montaña, se enfoca en ir reconociendo y aceptando que somos hijos de un mismo Padre y hermanos con los demás. Enseña a ser comprensivos, pacientes y tolerantes con los demás y auténticos, coherentes con nosotros mismos, y desde una actitud humilde poder aceptar e ir corrigiendo nuestros errores. Es fácil ver los errores de los demás y no los propios, por falta de una verdadera conversión. El centro no somos nosotros, sino Jesús, Él debe estar al centro de nuestros pensamientos, palabras y acciones. Llamados no a condenar, sino a condonar, como Dios para con nosotros, quien actúa con fidelidad y misericordia siempre.
En los escritos sagrados, amar, significa hacer el bien. En el Antiguo Testamento se mandaba hacer el bien solo a los buenos (cf. Eclo 12,1-7) y se debía castigar a los enemigos y los que hacían el mal (cf. Jer 18,21-23; Sal 69,23-29). Jesús esto lo supera: los discípulos deben hacer el bien sin mirar a quién: a todos, incluso a los enemigos, a quienes les agreden y persiguen, así como Dios es bueno con todos (cf. Lc 6,35). ¿El que le sigue a Cristo está llamado a ser generoso solo con ciertas personas? No, debe practicar la generosidad sin límites, así como el Padre hace salir el sol sobre buenos y malos.
Llegar a este nivel de entrega y amor, es imposible con las solas facultades humanas; para conseguirlo, es necesario del auxilio de Dios. Porque fácilmente queremos ser vengativos, o justicieros. Dios nos llama a obrar con amor con todos. ¿Qué nos enseña este tema? Que siempre estamos en camino para entender y vivir la misericordia de Dios, es decir, siempre nos seguirá faltando madurar en este aspecto. Somos viandantes, en tensión hacia la plenitud, pero en la medida en que el Espíritu Santo nos inunde iremos aproximándonos a esa perfección a la que nos llama Dios (cf. Mt 5,48).
Perdón Señor porque muchas veces somos vengativos, murmuramos, juzgamos a los demás por sus errores o etiquetamos a las personas por algún pecado, sin darnos la oportunidad en pensar que todos podemos convertirnos y seguir nuestro proceso de conversión. Ayúdanos a amar como Tú, siempre, sin medidas y a todos. Gracias porque eres misericordioso con nosotros, pues no nos tratas como merecemos por nuestros pecados, sino como a hijos tan amados regalándonos tus bendiciones. Amén.
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