Evangelio de hoy

San Camilo de Lelis, Presbítero

Jueves de la 15ª Semana del Tiempo Durante el Año

“Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré

Evangelio según San Mateo 11, 28-30

Jesús tomó la palabra y dijo: “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana”. Palabra del Señor.

Meditación

El “yugo” era la pieza de madera que se colocaba sobre el cuello de los bueyes para sujetarlos al carro o al arado; en el Antiguo Testamento simbólicamente es la expresión para describir la autoridad o las normas a las que una persona está sujeta (cf. Lam 3,27); o el aprendizaje de la sabiduría para vivir según sus consejos (cf. Eclo 40,1; 51,26). En el judaísmo de entonces cargar el “yugo de la ley” o “yugo de la Torá” eran comunes para referirse al aprendizaje y cumplimiento de los mandamientos y leyes de Dios. Hay una frase de san Pedro dirigida contra los fariseos judaizantes que puede ayudarnos a entender: “¿Por qué ahora ustedes tientan a Dios, pretendiendo imponer a los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos soportar?” (Hech 15,10).

Jesús se describe a sí mismo con los adjetivos “manso” y “humilde”. El primero aparece en la segunda bienaventuranza (Mt 5,5) y en la cita de Zac 9,9 referida a Jesús para presentarlo como rey Mesías humilde-manso en su ingreso a Jerusalén (cf. Mt 21,5). En la Biblia la mansedumbre viene descrita como un comportamiento caracterizado por un dominio de las propias emociones, tendencias y deseos; y por el pleno respeto por la persona del otro en contraposición a todo lo que sea ira, contienda y atropello (cf. Sal 37). Su sentido es muy similar al segundo adjetivo, “humilde o abajado”, que es lo contrario al poderoso o agrandado (cf. Lc 1,52). Se trata de ir a Jesús para llegar a experimentar la paternidad de Dios y sentirnos hijos amados por Él; y entonces el yugo de los mandamientos se vuelve suave y su carga liviana.

Es regalo, no fruto de los méritos o del esfuerzo humano. La Gracia, presencia del Espíritu Santo, en nuestra vida hace que vivamos sus mandatos, llevando la Cruz a cuestas, como un regalo, como el dulce camino que nos lleva a la Salvación.

Perdón Señor porque muchas veces no recurrimos a Ti cuando estamos cansados y agobiados, sino a experiencias que nos alejan del Amor y de la comunidad. Ayúdanos a comprender que tu yugo es suave y tu carga liviana, lo único que nos pides es el amor que ya nos has entregado. Gracias por mostrarnos el camino de la mansedumbre y la humildad, porque te has abajado al extremo de morir en la Cruz por nuestra salvación. Amén.