Evangelio de hoy

Miércoles de la 30ª Semana del Tiempo Durante el Año

Evangelio según San Lucas 13, 22-30

 “Allí habrá llantos y rechinar de dientes”

Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”. Él respondió: “Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: ‘Señor, ábrenos’. Y él les responderá: ‘No sé de dónde son ustedes’. Entonces comenzarán a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas’. Pero él les dirá: ‘No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!’. Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos”. Palabra del Señor.

Meditación

Hoy trata sobre la entrada en el banquete de Dios y de su reino (cf. Lc 13,29), o la salvación escatológica. Alguien escuchó a Jesús, acogió su mensaje y pregunta si son pocos los que se llegarían a salvar (cf. Lc 13,23); pregunta por curiosidad poniéndose fuera del problema en cuestión. Es una pregunta frecuente en el ambiente farisaico de ese tiempo y de distintos modos también se va dando al interno de la Iglesia.

Hay personas que creen tener derechos sobre el Reino, quienes se acercan a la puerta y dicen: “Ábrenos”, pues han compartido la mesa del Señor y han escuchado atentamente sus palabras. Son quienes se creen ser los amigos y estar en el primer anillo del Señor, pero les dice “no los conozco”. ¿Por qué será que Jesús no los conoce? Porque actuaron con maldad, siendo obradores de iniquidad (cf. Lc 13,25.27). Son quienes comieron con Jesús, quienes le llaman su Señor, pero son extraños, refiriéndose a los judíos que no llegaron a la conversión a la voz de su palabra; también los cristianos que comen con Él (la Eucaristía), escuchan su Palabra y le llaman Señor en la plegaria, pero en sus vidas son injustos y malos con los hermanos.

En el Reino de Dios no existe lugar reservado, como cuando nos vamos a la cancha o a un teatro; aunque sí lugares de privilegio, reservados no para quienes los compren, sino para quienes pueden cumplir con los requisitos para estar ahí: los pobres y humildes de corazón; no depende de la ciencia o la sabiduría humana, ser muy erudito, o culto, sino tener conocimiento de Dios, la verdadera Sabiduría, como don del Espíritu Santo. Además, no se puede llegar por influencia de los amigos. Pero por haber recibido la gracia de la fe o la vocación al apostolado, no tiene ninguna seguridad de su salvación.

Perdón Señor porque muchas veces nos cuesta perseverar haciendo tu voluntad, entrando por la puerta estrecha para pertenecer al Reino, pues somos tentados a querer estar sólo por meros cumplidores. Ayúdanos a ser sencillos y humildes de corazón, servidores de todos, misionando con amor siempre, con tu Gracia. Gracias por mostrarnos el verdadero camino para entrar a estar a Tu lado, no importa en qué puesto entramos, sino que respondamos a lo que te agrada para ser partes de la vida de salvación. Amén.