PALABRAS DE BIENVENIDA DEL ARZOBISPO METROPOLITANO, MONSEÑOR EDMUNDO VALENZUELA (Costanera de Asunción, 15.06.2017)
Queridos Hermanos convocados a esta solemne apertura del Congreso Eucarístico.
Damos la bienvenida a su Eminencia el Cardenal Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo, quien ha aceptado la invitación para presidir esta Eucaristía. Nos honra con su presencia y nos une a la Iglesia Universal, en comunión y oración por el Papa en este magno Congreso Eucarístico.
Saludamos a los Hermanos Obispos, Presbíteros y Diáconos y a todo el Pueblo Santo de Dios, unidos en oración, con María Santísima, la Madre de todos, a la apertura del Congreso Eucarístico Arquidiocesano, deseándoles la alegría, la gracia y la paz que proceden del amor de Jesucristo, Pan de vida eterna.
Un inmenso gozo llena nuestros corazones y nos sentimos amados por la Santísima Trinidad, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, a quien todo honor y toda gloria. Nuestra alabanza de amor y de gratitud a Jesucristo, el Sumo y Eterno Sacerdote quien nos mandó celebrar su Eucaristía, memorial de su Pasión, Muerte y Resurrección.
¿Por qué celebramos el Congreso Eucarístico?
Foto gentileza: Javier Vera
La Fiesta del Corpus Christi ha marcado en la Iglesia Católica, desde sus inicios, la proclamación de la fe en la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento.
En este Trienio dedicado a los jóvenes, queremos con ellos, “abrazar a Cristo Jesús”, en este evento religioso, en el día del Corpus Christi, por tres motivos principales.
Dar nuevo impulso a la Eucaristía, con fundamentación doctrinal y sentido misionero.
Se ha difundido en el Paraguay, en especial en la Arquidiócesis una práctica pastoral eucarística muy buena y extensa. Vemos que en las parroquias se mantiene la tradición de la Adoración Eucarística los días jueves o viernes, rezando por las vocaciones sacerdotales. Desde hace 17 años, el Movimiento laical “Los dos Corazones de Jesús y de María”, ha venido realizando dicha adoración eucarística todos los viernes por la noche en la Catedral de Asunción. El movimiento de laicos eucarísticos, que reúne a varios grupos, ha difundido y seguirá difundiendo, en todo el país la centralidad de la adoración eucarística como encuentro personal con Jesús. Constituye una experiencia de gozo, de contemplación y de sanación.
Como ejemplo sencillo, actualmente, en la Arquidócesis de Asunción, hay 15 parroquias con Adoración Eucarística Perpetua, donde diariamente, entre 2 a 3 mil personas, están fortaleciendo su fe, su esperanza y su caridad, en el encuentro con Jesús Sacramentado. Hay más de 1.200 Ministros extraordinarios de la Eucaristía llevando semanalmente a miles de enfermos la sagrada comunión. Además se tiene un frondoso equipo litúrgico al servicio del Altar y de la comunidad.
Con toda esa experiencia de millares de creyentes con espiritualidad eucarística, sentimos la necesidad de fundamentar nuestra fe en la Sagrada Escritura, en la doctrina de la Tradición católica y en un lanzamiento de Pastoral misionera.
- Un segundo motivo es de carácter histórico
Desde esta Costanera, recordamos con gratitud la visita del Papa Francisco, hace dos años. En este lugar se encontró con millares de jóvenes para que hoy rememoremos su Mensaje, su amor y cercanía hacia ellos, al inicio del Trienio de la Juventud.
Este año hacemos presente a una adoradora eucarística, la Hermana Carmelita, Felicia de Jesús Sacramentado, la Venerable Chiquitunga. Su vida giró en torno a Jesús Sacramentado. Tuvimos la buena noticia, hace poco, de que la Junta Médica de la Congregación de las causas de los Santos de Roma, ha reconocido un hecho maravilloso e inexplicable atribuido a la intercesión de la Chiquitunga. La recordamos con alegría y rezamos por su pronta beatificación.
Conmemoramos el 470º. Aniversario de la creación de la primera diócesis del Río de la Plata con sede en Asunción. El Primado de esta Iglesia, desde 1.547 en adelante ayudó a difundir el Evangelio a otros lugares con la creación de nuevas diócesis y ciudades.
Además recordamos el primer congreso eucarístico nacional, de hace 80 años. En aquellos momentos tristes, lúgubres y de continuos conflictos políticos y sociales, al término de la Guerra del Chaco, en 1.937 el entonces Arzobispo de Asunción, Mons. Juan Sinforiano Bogarín quiso encender la llama de la esperanza, levantando los ánimos de la Patria mediante el tesoro insondable que tiene la Iglesia: la Eucaristía. Realizó de acuerdo con la Santa Sede la convocatoria del Congreso Eucarístico Nacional, siendo Delegado Papal, el entonces Cardenal de Buenos Aires, Luis Copello. En aquel Congreso hubo una participación multitudinaria de los fieles católicos, que ayudó a la Iglesia a dar impulso a la fe eucarística e influyó en la promoción social de la concordia entre paraguayos.
El segundo Congreso Eucarístico se realizó a la espera de la visita de San Juan Pablo II, en 1987, abriendo nuevamente la esperanza hacia tiempos mejores en la convivencia social, colaborando desde la Eucaristía al fin de la Dictadura e inicio de la democracia.
- Un tercer motivo nos invita a promover “la Iglesia en salida” con la dimensión social de la eucaristía.
El lazo histórico de ambos congresos eucarísticos del pasado, hoy nos compromete a promover la Iglesia misionera, en salida, evangelizando más allá de nuestras experiencias de adoradores eucarísticos y de nuestros templos, llegando a testimoniar la Buena Nueva en la realidad social, económica, política y cultural. Para todos es un llamado a proponer y acompañar soluciones adecuadas y dignas a los desafíos sociales, desde la vivencia eucarística.
Nos urge una tarea ingente de saneamiento moral. Constatamos la corrupción generalizada, el tráfico de drogas, la narcopolítica, la falta de justicia, la pobreza extrema de 17% de la población, la práctica del aborto, el cáncer del divorcio, el lobby de las ideologías de género. A nivel de la Municipalidad de Asunción, qué falta nos hace contar con un plan estructural para dar solución a tantas necesidades, de casas abandonadas, calles, plazas y lugares públicos que exigen cuidado y protección, y programas de embellecimiento de nuestra ciudad capital.
Necesitamos un Proyecto país que de entre otras cosas, recupere intereses de la Patria por encima de los partidarios, sostenga la soberanía energética en los Tratados de Itaipú y Yacyretá, la defensa de la familia y del matrimonio entre varón y mujer, promueva la educación de calidad, el acceso de la salud para la población más carenciada, ofrezca a los inundados del Río Paraguay los recursos necesarios y soluciones adecuadas.
A la luz de nuestra situación actual, entonces, ¿Qué compromisos podremos tomar a partir de este Congreso Eucarístico para que la Patria sea más fraterna, solidaria, noble y soberana?
Es cierto que ya tuvimos en el mes de mayo, el Pre congreso en todas las Parroquias, sabiendo que aún tendremos en los 8 Municipios de la Arquidiócesis el Pos congreso, en el mes de octubre.
Con toda seguridad, debemos asegurar que la Iniciación a la Vida Cristiana, con una catequesis de espíritu catecumenal, basada sobre la Palabra de Dios, la oración y la litúrgica, y la activa participación en la vida de la comunidad. Pedimos al Señor esa gracia que nos renueve con nuevos discípulos misioneros, alimentados por la Eucaristía y comprometidos a ser Iglesia Misionera y en salida, para colaborar con todos, en un nuevo Paraguay más fraterno, con un desarrollo sustentable que priorice la atención a las familias pobres y marginadas. Para eso, el Papa Francisco nos insta a establecer la cultura del encuentro, en contraposición de la cultura del descarte.
Debemos mirar con los ojos misericordiosos de Jesús a los que sufren, a los indígenas, los campesinos, los bañadenses, a los niños y jóvenes de la calle, a los damnificados por inundaciones, a los enfermos, a los presos de las cárceles, a los ancianos.
El Señor Jesús, con el don de su Cuerpo y de su Sangre, nos llene de esperanza, abra nuestros corazones y nuestras vidas al Dios verdadero, a la escucha de su Palabra, a la participación dominical de la Eucaristía, a ser constructores de comunidad y familias cristianas, y a la caridad solidaria hacia todos, en el anuncio y testimonio del Evangelio a una vida más digna para todos. Encomendamos a la protección maternal de la Virgen de la Asunción este encuentro y su proyección misionera.
Con estas palabras de apertura, en esta fiesta del Corpus Christi, damos inicio al Congreso Eucarístico.
Alabado sea Nuestro Señor Jesucristo. Por siempre sea alabado.
+ Edmundo Valenzuela, sdb – Arzobispo Metropolitano
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