Evangelio de hoy

JUEVES DE LA 5ª SEMANA DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Evangelio según San Marcos 7, 24-30

 “Deja que antes se sacien los hijos”

Jesús fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quiso que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto. En seguida una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de él y fue a postrarse a sus pies. Esta mujer, que era pagana y de origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su hija al demonio. Él le respondió: “Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros”. Pero ella le respondió: “Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos”. Entonces él le dijo: “A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija”. Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y liberada del demonio. Palabra del Señor.

Meditación

No está bien dar a los perros el pan de los hijos. No está bien que el hombre esté solo, dice la Escritura. Al inicio parece que Jesús excluye a los extranjeros, pero el hecho de no despreciar, de ir a Tiro y Sidón, muestra lo contrario.

     San Atanasio afirma que “de nada servían sus ruegos antes de haber recibido la fe, puesto que sus ruegos debían estar en sintonía con su fe. Porque, como enseña Pablo, sin fe es imposible agradar a Dios”. En el s. IV se discutía sobre la fe en Cristo de la misma substancia del Padre. Es decir, si era Hijo de Dios, con el mismo poder, estatus y gloria del Padre. Como muchos, si no llegamos al N° 1, no nos conformamos. 

     Pero esto es importante; para no regalar los sacramentos importa la fe, que crece con un Itinerario de vida cristiana (IVC), por ejemplo. Sigue nuestro santo: “Pero inmediatamente, dirigiéndose a la que había humillado con palabras tan duras y que, liberada de su paganismo había conseguido la fe, no la trata ya como a un perro, sino como a una persona humana, y le dice: ¡Mujer, qué grande es tu fe!”.

 

     Es decir, le otorgó el fruto de su fe, “a causa de lo que ha dicho”. 

Dichosos los que temen al Señor!

Dichoso el que teme al Señor

y sigue sus caminos.

Comerás del fruto de tu trabajo,

 serás dichoso, te irá bien.