Evangelio de hoy

VIERNES DE LA 5ª SEMANA DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Evangelio según San Marcos 7, 31-37

 “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”

Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: “Efatá”, que significa: “Ábrete”. Y en seguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”. Palabra del Señor.

Meditación

Abran las puertas al redentor. La 1ª. lectura dice que Adán y su mujer (Eva) se escondieron de Dios mientras que, según el Evangelio, Jesús lleva aparte al sordomudo para abrirle los oídos (capacidad y entendimiento), como después lo hará con los 2 discípulos camino a Emaús, al partir el Pan (Eucaristía).

     La salvación de Dios es para todos, pero el Reino ha sido prometido y esperado por los hijos de Israel. Jesús, como Mesías, nos sorprendía ayer al responder a una extranjera (pagana). Pero hoy día ya lo conocemos profundamente humano, cercano y misericordioso, y como salvador universal. Nos extraña de nuevo porque aparta de la multitud al sordomudo, como cuando vamos a un retiro espiritual, al servicio pastoral, juntos laicos y pastores.

     El Papa San Juan Pablo II en octubre de 1978 decía: “!No tenga miedo. Abran -aún más- de par en par las puertas a Cristo! Abren a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos campos de la cultura, de la civilización y del desarrollo. Cristo conoce lo que hay dentro del del hombre. No tengas miedo!

 

Dichoso el que está suelto de su culpa!

Dichoso el que está suelto de su culpa,

a quien le han sepultado su pecado;

dichoso el hombre a quien el señor no le apunta el delito

y en cuyo espíritu no hay engaño.