Evangelio de hoy

JUEVES DE LA SÉPTIMA SEMANA DE PASCUA

Evangelio según San Juan 17, 1b. 20-26

“Que todos sean uno”

A la Hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús levantó los ojos al cielo, y oró diciendo: “Padre santo, no ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno: Como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno –Yo en ellos y tú en mí– para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que los has amado a ellos como me amaste a mí. Padre, quiero que los que tú me diste estén conmigo donde yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocí, y ellos reconocieron que tú me enviaste. Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté en ellos”. Palabra del Señor.

Meditación

Les he dado la gloria.., para que sean uno.., y el mundo conozca que Tú me has enviado.

     A más del Padrenuestro que nos dejó Jesús para orar, nos dejó también su testamento a modo de oración. Vale la pena imaginarnos, meditar y contemplar el misterio de la humanidad redimida por el Señor. 3 dones: la gloria, la unidad y la misión recibidas y compartidas por Jesús, que recibimos como herencia.

     Jesús ora al Padre para que los suyos vivan perfectamente unidos: “uno”, como Él y el Padre. Quiere que haya comunión en las comunidades, en la Iglesia. “El enemigo de Dios y del hombre, el diablo, no puede nada contra el evangelio, contra la humilde fuerza de la oración y de los sacramentos; pero puedo hacer, infelizmente, mucho daño tentando nuestra humanidad. Provoca la presunción los prejuicios, las resistencias y las divisiones. Él mismo divide, “siembra la cizaña” como decimos, y a menudo nos hace creer que somos buenos o mejores que los demás: y así prepara el escenario. Es la tentación en la familia cristiana, las comunidades y los carismas de la iglesia” (Ver Papa Francisco, marzo 2016).

     La misión consiste en proseguir la misión de Jesús. “Después de Él” contamos con la misión del Espíritu Santo, que nos acompaña. Todo lo que realizamos, lo hacemos en el “Nombre” de Jesús, a favor de las familias, los jóvenes, los pobres. Se trata de un estilo de vida humilde, perseverante, en medio de las contrariedades del mundo.

Reyes de la tierra, canten a Dios!

Señor, despliega tu poder,

tu poder, Señor, que actúa en favor nuestro.
A tu templo de Jerusalén, traigan los reyes su tributo.