Evangelio de hoy

LUNES DE LA 7ª SEMANA DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Evangelio según San Marcos 9, 14-29

 “Maestro, te he traído a mi hijo”

Después de la Transfiguración, Jesús, Pedro, Santiago y Juan bajaron del monte. Llegaron donde estaban los otros discípulos y los encontraron en medio de una gran multitud, discutiendo con algunos escribas. En cuanto la multitud distinguió a Jesús, quedó asombrada y corrieron a saludarlo. Él les preguntó: “¿Sobre qué estaban discutiendo?”. Uno de ellos le dijo: “Maestro, te he traído a mi hijo, que está poseído de un espíritu mudo. Cuando se apodera de él, lo tira al suelo y le hace echar espuma por la boca; entonces le crujen sus dientes y se queda rígido. Le pedí a tus discípulos que lo expulsaran, pero no pudieron”. “Generación incrédula, respondió Jesús, ¿hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo”. Y ellos se lo trajeron. En cuanto vio a Jesús, el espíritu sacudió violentamente al niño, que cayó al suelo y se revolcaba, echando espuma por la boca. Jesús le preguntó al padre: “¿Cuánto tiempo hace que está así?”. “Desde la infancia, le respondió, y a menudo lo hace caer en el fuego o en el agua para matarlo. Si puedes hacer algo, ten piedad de nosotros y ayúdanos”. “¡Si puedes…!”, respondió Jesús. “Todo es posible para el que cree”. Inmediatamente el padre del niño exclamó: “Creo, ayúdame porque tengo poca fe”. Al ver que llegaba más gente, Jesús increpó al espíritu impuro, diciéndole: “Espíritu mudo y sordo, yo te lo ordeno, sal de él y no vuelvas más”. El demonio gritó, sacudió violentamente al niño y salió de él, dejándolo como muerto, tanto que muchos decían: “Está muerto”. Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y el niño se puso de pie. Cuando entró a la casa y quedaron solos, los discípulos le preguntaron: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?”. Él les respondió: “Esta clase de demonios se expulsa sólo con la oración”. Palabra del Señor.

Meditación

Algunos discípulos experimentaron la gloria de la Transfiguración en el monte (cf. Mc 9,2-13). Ni bien bajan y se encuentran con un niño que sufre tanto a causa de un demonio que lo tiene a mal traer. Arriba embelesados por la gloria de la Transfiguración, y abajo buscando derrotar el mal sin la presencia del Transfigurado. Era insuficiente la fe y la oración de los discípulos del Señor para expulsar al demonio que hacía sufrir tanto al niño y a su familia. La invitación de Jesús es a que crean, y el papá del niño pasa a ser un modelo de creyente por la confianza y escucha al Maestro con toda humildad. Entonces, este milagro pasa a ser una gran enseñanza, una catequesis, principalmente para sus discípulos sobre el poder que tiene la fe y la oración para que pueda abrir la vida, sin condición alguna, a aquel que es el Hijo amado de Dios, pues Él es quien vence las opresiones que deshumanizan al hombre y lo dominan.

El demonio no puede ser arrojado fuera ni de los demás ni de nosotros por nuestro propio esfuerzo, sino sólo por el poder de Dios, que se nos da a través de la oración. La oración es tan necesaria y eficaz para todo creyente cristiano. Nos ayudará a ver con mayor claridad para tomar las mejores decisiones, y recibiremos frutos abundantes, como gracias actuales del Señor que más nos beneficiarán en ese momento determinado para nuestra vida. En ocasiones, incluso pecados que arrastramos por mucho tiempo, animado con la tentación del maligno, sólo se puede ir con mucha oración y con el ayuno (cf. Hch 13,2). Toda privación o mortificación ayudará a que se le deje a la Gracia obre con mayor eficacia y abundancia en nuestra vida. Dejemos a Dios ser Dios en nosotros siempre.

Perdón Señor porque muchas veces caemos sumidos en la cultura light de este mundo, dejándonos vencer por la pereza y el bienestar, alejándonos de todo sacrificio y mortificación, y de encuentros de oración profundos Contigo. Ayúdanos a aumentar nuestra poca fe para que seamos instrumentos y signos de tu misericordia, para que a través nuestro, Tú sigas sanando, curando, liberando y convirtiendo a tantos hermanos. Gracias por mostrarnos que Tú tienes poder, pues con tu Presencia y tu Palabra, haces nuevas todas las cosas y la vida de cualquier persona que te dice sí. Amén.