Evangelio de hoy

MARTES DE LA SEMANA 22ª DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio según San Lucas 4, 31-37

“Su fama se extendía por todas partes en aquella región

Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza: “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios”. Pero Jesús lo increpó, diciendo: “Cállate y sal de este hombre”. El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño. El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: “¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!”. Y su fama se extendía por todas partes en aquella región. Palabra del Señor.

Meditación

     La oración y el ejercicio de la autoridad. Decía S. Gregorio Magno: “Piensen, pues, amados hermanos, piensen bien en lo que dice el Señor: “Rueguen al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies”. Rueguen también por nosotros, para que nuestro trabajo en bien de ustedes sea fructuoso y para que nuestra voz no deje nunca de exhortarlos, no sea que después de haber recibido el ministerio, seamos acusados ante el justo Juez por nuestro silencio”. En aquel tiempo, sobresalía la autoridad de la palabra, de los gestos y poder benéfico hacia el pueblo, a pesar de ser tentado y perseguido en varias ocasiones. En el inicio de este mes dedicado a la Palabra de Dios, que encontramos en la Biblia, rezamos también por la juventud a fin de que aprendan de las Escrituras a vivir con Esperanza, sorteando las trampas, males y vicios, que aquejan a la sociedad y el mundo entero.

     “También nosotros somos tentados cuando buscamos la santidad y queremos dar testimonio, como discípulos de Jesús. En el Evangelio, uno ha sido dominado por el demonio; sin la intervención de Cristo podría haber contagiado a otros, aunque intente defenderse o justificarse” (Ver Papa Francisco, abril de 2014). Gracias a Dios, la oración meditada, continua, compartida, es poderosa para el testimonio y la intercesión de las comunidades.

     La oración y el ejercicio de la autoridad van juntos. Ésta además requiere, el auto dominio, la mesura y ediscernimiento: “Sujetemos nuestros labios con la inteligencia, haciendo las cosas que decimos con balanza y dos pesas (Sir 28, 25s: no sea que te haga tropezar y caigas ante tu contrario). Decir, no las meras ocurrencias ni a discurrir entre cosas inconvenientes”, decía Orígenes, al comentar el evangelio (Com. sobe Mt 11,12).

 

¡El Señor es justo en todos sus caminos!

El Señor es clemente y misericordioso,

lento a la cólera y rico en piedad;

el Señor es bueno con todos,

es cariñoso con todas sus criaturas.