Evangelio de hoy
MARTES DE LA SEMANA 14ª DEL TIEMPO ORDINARIO
Evangelio según San Mateo 9, 32-38
“La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos”
Le presentaron a Jesús un mudo que estaba endemoniado. El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: “Jamás se vio nada igual en Israel”. Pero los fariseos decían: “Él expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios”. Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”. Palabra del Señor.
Meditación
Los milagros que favorecieron a los ciegos (escena bíblica anterior a la presentada hoy) y el del endemoniado mudo (la presentada hoy) están unidos. Recuperar la vista y la capacidad de poder hablar estaban entre las grandes esperanzas para los tiempos mesiánicos del futuro: “Se destaparán los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se abrirán, saltará el cojo como un ciervo, la lengua del mudo cantará” (Is 35,5-6). Detrás de esta acción encontramos dos actitudes: la de la multitud llena de admiración porque nunca experimentaron algo igual, pero no así la de los fariseos, quienes reaccionan con hostilidad hasta el punto de acusarlo que expulsa a los demonios con el poder del Príncipe de los demonios.
Jesús sigue predicando, porque no puede dejar de anunciar la Buena Noticia para tanta gente que necesita, va enseñando y sanando (o curando) de las enfermedades. Por eso es un llamado al discípulo a escuchar y creer en el Maestro Jesús, pues debe creer firmemente en lo que dice y hace. Jesús se acerca a las personas con compasión, pues siente en todo su ser lo que están pasando, con tanto cansancio a cuestas y sentirse derrotados ante las situaciones de la vida, identificando que necesitan del pastor para que las guíe, apaciente y cuide. El abatimiento y gran desconcierto hoy también encontramos en muchos fieles cuando les faltan buenos guías y “pastores con olor a oveja”.
El pastor debe pastorear con el pan de la Palabra y con la Presencia de Cristo, ayudando en la ortodoxia y en la verdadera piedad hacia Dios. El pastor debería estar lleno de Dios, estudiar y meditar profundamente la Palabra de Dios y mostrar gran docilidad y disponibilidad para responder a las grandes necesidades de las personas a quienes debe pastorear. Es la misma misión la que se concreta siempre, pero en escenarios distintos. Más que nunca pidamos al Señor que nos ayude a nosotros a ser apóstoles en el lugar donde nos toque vivir nuestra vida cristiana.
Perdón Señor porque muchas veces desconfiamos del poder que tienes para obrar milagros. Ayúdanos a entender que el mayor milagro es nuestra vida y fundamentalmente nuestra vida de fe. Gracias por llamarnos a ser tus servidores como apóstoles de estos tiempos. Amén.
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