Martes de la 20ª Semana del Tiempo Durante el Año

San Esteban De Hungría

San Roque

“Para Dios todo es posible” 

Evangelio según San Mateo 19, 23-30

Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos. Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos”. Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?”. Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: “Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible”. Pedro, tomando la palabra, dijo: “Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros”. Palabra del Señor.

Meditación

Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible. Hemos de hacer 2 cosas: uno, dejarnos misericordiar y guiar por el Señor, quien proclama dichosos a los pobres de Espíritu (5,3): “tienen una gran libertad en todo lo que poseen. Su placer es pasar necesidad por amor a Dios y al prójimo… No sólo los bienes, las alegrías y los placeres de este mundo nos estorban y nos retrasan en el camino hacia Dios, sino también las alegrías y las consolaciones espirituales, son en sí mismas un obstáculo en nuestra marcha, si los recibimos o las buscamos con un espíritu de apropiación” (S. Juan de la Cruz). Es así, ya que esos bienes son el resultado de vivir en su presencia. Dos: la posesión en realidad nos ata, nos hace dependientes, nos apegamos y dejamos de ser libres para dejarnos guiar por las mociones del Espíritu.

     En cambio, la atención hacia los demás, la abnegación nos libera de las cosas pasajeras,  nos predispone a las cosas de Dios, que son eternas. Como ser humanos solemos poner medida a las cosas, calculamos pro y contras, y está muy bien, pero cuando el amor brilla en el corazón, en el rostro, la fidelidad de Dios llena la tierra.

     Al observar a los niños, a quienes pertenece el Reino de Dios, aprendemos a poner orden, armonía, en el corazón, en la vida. Nuestro entorno cambia de color. Hagamos lo imposible por los niños para que el futuro sea más llevadero para ellos, sin ahorrarles la corrección debida que todos necesitamos.

 

¡Yo doy la muerte y la vida!

¿Cómo puede uno perseguir a mil y dos poner en fuga diez mil,

si no fuera porque los ha vendido su Roca, y el señor los ha entregado?