Evangelio de hoy

Solemnidad de Todos los Santos

MIÉRCOLES DE LA SEMANA 30° DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Evangelio según San Mateo 4, 25—5, 12

“Felices los afligidos, porque serán consolados

Seguían a Jesús grandes multitudes, que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. Al ver la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: “Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron”. Palabra del Señor.

Meditación

Hoy celebramos a todos los santos declarados oficialmente por la Iglesia, pero también a todos aquellos “santos” a los que se refieren el Papa Francisco en “Alégrense y regocíjense” n° 7: “la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo… la santidad «de la puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios”.

La fama de Jesús era impresionante y ante la gente era un profeta. Jesús sube a la montaña, lugar del encuentro con Dios, donde Él habla. Las bienaventuranzas constituyen el punto de partida y la llave de interpretación del Sermón de la montaña: enseñanza fundamental a los suyos: les habla sobre su identidad dando orientaciones sobre su modo de vida para ser verdaderos discípulos, principios que dan luz al nuevo período de la historia de la salvación, la plenitud de los tiempos, dispuesto en el plan de Dios.

El camino para ser de verdad felices, es este proyecto de vida: de la sencillez, de la humildad, de los pacientes y perseguidos. Camino con proceso y gradualidad que dura toda la vida. Cualquiera fácilmente puede caer en la vanidad, en la soberbia y orgullo, en la codicia y avaricia, en la lujuria y la gula, atado a una cultura light, individualista y autorreferencial. Los valores que promueve y aprecia el mundo busca poder, placer y tener todo insaciablemente más; sin embargo, el discípulo del Reino, vive un itinerario que le lleva a gozar ya el cielo en la tierra, saboreando su humanidad impregnada de la vida divina amando como Él: siempre y a todos. Invitación a ser fermentos, en el mundo sin ser del mundo, dando sabor y ayudando a preservarse de la corrupción, iluminando.

Perdón Señor porque muchas veces nos quedamos en vivir un proyecto que no es de tu agrado, sino que está lejos de tu voluntad. Ayúdanos a vivir las bienaventuranzas con un corazón sencillo, humilde y pobre, despojados de todo lo que nos aleja de Ti. Gracias por entregarnos esta propuesta de vida y por capacitarnos a responderte con nuestro sí, asumiendo la vida de los justos, siendo misericordiosos con todos, porque “Tú nos misericordiaste primero” (cf. 1Jn 4,10). Amén.