Evangelio de hoy

MIÉRCOLES DE LA SEMANA 22ª DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio según San Lucas 4, 38-44 

“Debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios

Al salir de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y esta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos. Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. De muchos salían demonios, gritando: “¡Tú eres el Hijo de Dios!”. Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías. Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos. Pero él les dijo: “También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado”. Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea. Palabra del Señor.

Meditación

La oración de sanación, liberación, y las obras buenas. Hay una relación entre las obras y la salud. Estamos interconectados y somos llamados a la solidaridad: como hijos de Adán y Eva, Cristo quiere nuestra salud, salvación y felicidad.

     San Jerónimo (s. IV) teniendo una buena formación escolástica latina, al conocer la vida monástica en Roma y Galia (hoy Francia), buscó entre las versiones griegas, la original Sagrada Escritura. Aprendió el hebreo para lograr la mejor versión de la época. Consagró su vida en esa tarea motivado a una vocación que consistía en vivir como Jesús en Belén. Así entendía el evangelio de este día: “¡Ojalá venga y entre el Señor en nuestra casa y con un mandato suyo cure las fiebres de nuestros pecados! Porque todos nosotros tenemos fiebre. Tengo fiebre, por ejemplo, cuando me dejo llevar por la ira. Existen tantas fiebres como vicios. Por ello, pidamos a los apóstoles que intercedan ante Jesús, para que venga a nosotros y nos tome de la mano, pues si él toma nuestra mano, la fiebre huye al instante” (Homilía sobre el Ev. de San Marcos).

     La expresión “tomar de la mano” significaba para él que “Jesús es un médico egregio, el verdadero protomédico. Médico fue Moisés, médico Isaías, médicos todos los santos, mas éste es el protomédico. Saber tocar y sanar las obras, y luego quitar la fiebre. Cuando nuestra mano posee obras malas, yacemos en el lecho, sin poder andar, pues estamos sumidos en la enfermedad”. Se refería a la parálisis.

¡Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad!

Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor,

el pueblo que Él se escogió como heredad.

El Señor mira desde el cielo,

se fija en todos los hombres.