Miércoles de la 20ª Semana del Tiempo Durante el Año
“¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?”
Evangelio según San Mateo 19, 30—20, 16
Jesús dijo a sus discípulos: Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros. Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: “Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo”. Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: “¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?”. Ellos le respondieron: “Nadie nos ha contratado”. Entonces les dijo: “Vayan también ustedes a mi viña”. Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: “Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros”. Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: “Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada”. El propietario respondió a uno de ellos: “Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿O no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?”. Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos. Palabra del Señor.
Meditación
Ser, más que tener. No es justo, podríamos afirmar si pensamos como el obrero de la primera hora. Pero yendo más allá de la mera distribución o de la retribución justa, no se contrapone el bien común al bien particular. No solemos pensar en la suma que tiene el propietario, bien para la obra común de una jornada, ni en lo que significa el salario para esos obreros de última hora.
La enseñanza social de la iglesia (DSI) nos dice que “el bien de la persona está orientado al bien común, porque un bien de la sociedad se procura para el bien humano individual”. Por ello mismo, cada persona debería aportar al bien común, que conviene a todos y a cada uno de los seres humanos. Para que esto sea posible, la comunidad internacional, se debería ocupar de ciertos bienes para los países más pobres. Además, Jesús quiere que todos trabajen y ganen algo para la noche, como el pan a su familia.
Ya el sabio Eclesiastés afirmaba: “dulce sueño del obrero, coma poco o coma mucho; pero al rico la altura no le deja dormir”. Jesús mira al bien eterno.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.
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