Evangelio de hoy

MIÉRCOLES DE LA SEMANA 16ª DEL TIEMPO ORDINARIO

Evangelio según San Mateo 13, 1-9 

“¡El que tenga oídos, que oiga!”

Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía: “El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y éstas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga!”. Palabra del Señor.

Meditación

La parábola del sembrador nos presenta cuatro casos donde se siembra la semilla. En el primero, al borde del camino, se dice que no la entienden; entonces el maligno se la lleva. En el segundo, terreno pedregoso, hay recepción alegre al comienzo, pero sin echar raíz, se es inconstante y ante la persecución o tribulación se la abandona. En el tercer caso, entre abrojos o espinos, las preocupaciones del mundo y el amor a las riquezas la ahogan. Sólo en el cuarto caso, en tierra fértil, se dice que la escuchan, la entienden, dan fruto y producen 100, 60 o 30. En Mateo el entender implica obedecer, llevar a la práctica la palabra, hacerla vida, dar fruto. Está aquí la intención de la explicación de la parábola: examinar los frutos para diagnosticar el estado del propio corazón del discípulo. En efecto, “el hecho de que el mensaje no produzca fruto no depende del sembrador ni de la semilla, sino sólo del suelo en el que ésta cae”.

A. Rodríguez expresa: “Comienza invitando a los discípulos a oír la parábola. La semilla sembrada a lo largo del camino representa la incredulidad, que se atribuye a Satanás. La semilla en terreno pedregoso representa una religiosidad superficial, que simpatiza en un primer momento, pero que se seca en el momento de la prueba. La semilla entre zarzas remite a la pretensión de los discípulos de servir a Dios y al dinero y vivir las inquietudes de este mundo (ver Mt 6,19-34): la semilla queda infructuosa. Finalmente, la semilla sembrada en tierra buena representa el ideal del discípulo, el que “oye, entiende y obra” (Evangelio de Mateo (DDB; Bilbao 2006) 134).

Por tanto, “Jesús quiere hacer comprender que el crecimiento del Reino no es inmediato ni triunfal, como muchos esperaban, sino que está confiado a la libre acogida de los hombres y a su cooperación perseverante, capaz de vencer las asechanzas del maligno y las inevitables dificultades. Sin embargo, el Reino ha de ser llevado y anunciado a todos, sin prejuicios y sin reparar en las fuerzas”(Benedictinas de la Isola S. Giulio, Lectio Divina para la vida diaria. El Evangelio de Mateo (Verbo Divino; Estella 2007) 213).

Perdón Señor porque muchas veces somos tacaños en anunciar tu Amor a todas las personas, pues nos resulta más fácil compartir con quienes nos caen bien. Ayúdanos a que nuestros corazones estén bien dispuestos y que donde se siembre la semilla encuentre tierra fértil de apertura y docilidad a la Palabra de Dios. Gracias porque nos has tenido en cuenta para entrar y germinar en cada uno de nosotros a pesar de nuestras debilidades y limitaciones. Amén.