Evangelio de hoy
Viernes del Tiempo de Navidad
Evangelio según San Marcos 1, 7-11
“Tú eres mi Hijo amado”
En aquel tiempo, Juan predicaba diciendo: «Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo».
Por esos días, vino Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. Al salir Jesús del agua, vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en figura de paloma, descendía sobre él. Se oyó entonces una voz del cielo que decía: «Tú eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias».
Meditación
El texto que acabamos de leer se nos revela de forma maravillosa el misterio más profundo de Dios: La Santísima Trinidad. Es una maravillosa teofanía en la que Dios el Eterno, el Todopoderoso, el Señor, se revela como una Trinidad de personas anunciando que Jesucristo es su Hijo, al cual confirma con poder mediante el mismo Espíritu, vínculo de unidad entre el Padre y el Hijo. Este misterio trinitario no sólo se revela sino que en el bautismo cristiano infunde en nosotros el mismo misterio. El cristiano, según la promesa de Cristo es habitado por la Trinidad mediante el Espíritu Santo, que se derrama en nuestros corazones.
Este Espíritu, nos hace llamar como Jesús a sus Padre, “Abba” papito, pero no sólo eso, sino que nos da la fuerza como se la dio a Jesús para realizar su misión. Cada uno de nosotros, igual que Cristo, tiene una misión y para realizarla es enviado por el Padre con la fuerza del Espíritu Santo, por lo que no tenemos excusa, pues Dios nos ha equipado con poder para ser padres de familia, sacerdotes, trabajadores honestos, gobernantes preocupados de sus ciudadanos, etc.
Todos hemos recibido el mismo Espíritu que recibió Jesús desde el momento que nos bautizaron. El Espíritu nos ayudará en todas nuestras responsabilidades basta que lo alimentemos continuamente con la oración y la fuerza de los sacramentos y así podremos llegar al final de la vida, como Jesús y decir: “todo está cumplido”.
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