Evangelio de hoy

VIERNES DE LA SEMANA 3ª DEL TIEMPO DE CUARESMA

Evangelio según San Marcos 12, 28b-34

“Tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma”

Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de los mandamientos?”. Jesús respondió: “El primero es: “Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor; y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay otro mandamiento más grande que estos”. El escriba le dijo: “Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios”. Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: “Tú no estás lejos del Reino de Dios”. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Palabra del Señor.

Meditación

Una de las cosas que todavía me sorprende es que cuando hacemos nuestro examen de conciencia empezamos siempre con el segundo mandamiento y pocas veces nos ponemos a reflexionar si realmente estamos cumpliendo con el primero ya que está a la base de todos los demás.

¿Te has puesto a pensar sobre cuánto amas a Dios? La ley nos dice que se debe amar a Dios con todo el corazón, con toda nuestra mente, con todas nuestras fuerzas pero, ¿cómo? ¿Qué significa esto? El problema del amor es siempre el punto de referencia. El cristiano tiene como único punto de referencia a Cristo, es decir, al amar tenemos que hacerlo de la misma manera que él lo hizo: hasta dar la vida por el ser amado. El mandamiento expresado por la ley y por Cristo implicaría dar la vida por Dios, sin embargo, no vayamos tan lejos, preguntémonos hoy: ¿seríamos capaces de dejar de hacer algo que es pecado por amor a Dios?

Si no somos capaces de dejar el pecado por amor a Dios, mucho menos lo seremos de donarle toda nuestra mente, todo nuestro corazón y todo nuestro ser para que en nuestra vida encuentre su gloria. ¿Qué tanto amas a Dios? ¡Pruébaselo!