Evangelio de hoy

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

VIERNES DE LA SEMANA 10° DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Evangelio según San Mateo 11, 25-30

“Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados”

Jesús dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana. Palabra del Señor.

Meditación

Corazón de Jesús, en Ti confio y espero. Pienso que siempre acudimos al Señor, sobre todo cuando estamos cansados y agobiados, confiamos. También debiéramos “tomar Su yugo”, que en la Biblia indica el “estrecho vínculo que une al pueblo con Dios, a la sumisión de su voluntad expresada en la nueva alianza”. El Papa Francisco nos invita a “cargar su yugo”, a descubrir la voluntad de Dios. No mediante leyes y prescripciones frías condenadas por el mismo Jesús. “Cargar su yugo, crecer en comunión, ser partícipe del misterio de su cruz y de su destino de salvación” (Año de la Misericordia, 09/ 2016).

     Pero, Jesús dice, “aprendan de mí” y “hagan lo que ellos dicen, no lo que hacen”, ¿con qué autoridad”. “Jesús planea un camino de conocimiento e imitación. No es un maestro que con severidad impone a los demás pesos que Él no lleva: esta era la acusación que hacían los doctores de la ley. Él se dirige a los humildes, a los pequeños, a los pobres, a los necesitados porque Él mismo se hizo pequeño y humilde. Comprende a los pobres y los que sufren porque Él mismo es pobre y conoce el dolor (ver Flp 2,8). Los oprimidos soportan su yugo: por eso es ligero”.

     “Esperar” es aceptar, recibir, asumir su yugo que sería como ensayar, ejercitar-se, probar su misericordia y su revelación, haciéndonos cargo de las pobrezas humanas, dando a conocer unas posibilidades de bienaventuranza, más allá del cansancio y las desilusiones que experimentamos.

¡La misericordia del Señor dura siempre, para aquellos que lo temen!

Bendice, alma mía, al Señor

y todo mi ser a su santo nombre.

Bendice, alma mía, al Señor,

y no olvides sus beneficios.