Evangelio de hoy

VIERNES DE LA I SEMANA DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO

Evangelio según San Marcos 2, 1-12

«Tus pecados te son perdonados»

Jesús volvió a Cafarnaúm y se difundió la noticia de que estaba en la casa. Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siquiera delante de la puerta, y él les anunciaba la Palabra. Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no podían acercarlo a él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior: “¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?”. Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: “¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados’, o ‘Levántate, ¿toma tu camilla y camina’? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados”, dijo al paralítico: “Yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”. Él se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: “Nunca hemos visto nada igual”. Palabra del Señor.

Meditación

El Papa Francisco nos dio la clave para vivir como peregrinos de la Esperanza: “recomenzar”.

Y no es que lo curase de modo que pudiera subsistir duda alguna sobre su cabal curación: pero lo encargó severamente no decirlo a nadie, para enseñarnos a no buscar la ostentación y la vanagloria. Ciertamente él sabía que el leproso no se iba a callar y que había de hacerse lenguas de su bienhechor; hizo, sin embargo, lo que estaba en su mano. 
En otra ocasión, Jesús mandó que no exaltaran su persona, sino que dieran gloria a Dios; en la persona de este leproso quiere exhortarnos el Señor a que seamos humildes y que huyamos la vanagloria; en la persona de aquel otro leproso, por lo contrario, nos exhorta a ser agradecidos y no echar en olvido los beneficios recibidos. Y en cualquier caso, nos enseña a canalizar hacia Dios toda alabanza.